Definitivamente hacen falta reformas a profundidad de los modelos electoral y legislativo.
El escándalo surgido en el Congreso al develar las contrataciones de trabajadores y los emolumentos devengados en ese Organismo, ha ocasionado reacciones de todos los sectores del país, así como un aluvión de comentarios en las redes sociales en las cuales los usuarios del Internet expresaron su disconformidad con lo desenmascarado. Derivado de ello, el presidente de la actual Junta Directiva, Mario Taracena, decidió congelar las plazas 011 y cualquier incremento salarial mientras no se hagan las investigaciones, las aclaraciones y el análisis correspondiente en cuanto a la nómina de empleados con sueldos exorbitantes.
En consecuencia, la máxima autoridad congresil también optó por hacer públicos los nombres de las personas que ocupan cargos en el Parlamento en los renglones presupuestarios 022 y 029, saliendo a luz familiares de los diputados quienes fueron contratados por la legislatura anterior y de la actual, que perciben salarios y honorarios sobredimensionados.
Paralelo a eso, en el Tribunal Séptimo de Sentencia Penal se ventila el proceso judicial contra dos implicados en las plazas fantasmas en el Congreso, que involucra al exdiputado y expresidente del Legislativo, Pedro Muadi. Por ello, las contrataciones que efectuaron 15 excongresistas y congresistas en la legislatura pasada son investigadas por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, para determinar si fue cometida la misma modalidad en los casos denunciados.
Es indispensable y de urgencia nacional que los parlamentarios tomen acciones que busquen agilizar las reformas a la Ley Orgánica del Congreso y de la Ley Electoral y de Partidos Políticos, para sentar las bases de una nueva administración, transparente y proba que depure y oxigene al sistema político nacional. Toda vez que ha permanecido por décadas enclaustrado en la corrupción y la impunidad, merced al clientelismo y al nepotismo, así como a todos los antojos de los denominados “padres de la patria”.
A sabiendas de que si son supuestos representantes del pueblo que depositó su confianza en ellos y los eligió, deben proyectar su trabajo en beneficio del desarrollo integral en el país y, por ende, respaldar las peticiones de sus comunidades a las que dicen representar. No obstante, algunos “honorables congresistas” han abusado de esa representatividad para satisfacer intereses particulares y espurios, olvidando la verdadera razón por la cual fueron electos.
Ha llegado el momento de limpiar la imagen desgastada del Congreso y sus variopintos y, para hacer los arreglos significativos, definitivamente hacen falta reformas a profundidad de los modelos electoral y legislativo (estructural y orgánico del Estado). Insisto, no debemos echar en saco roto las protestas en las cuales se han externado las exigencias ciudadanas desde aquel 25 de abril del año pasado, para que de inmediato se cambien todas aquellas malas estructuras que en un santiamén podrían producir el derrumbamiento de la incipiente democracia en nuestro país.
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