No entiendo cómo se ha dispuesto que los reos sean trasladados en estrepitosa caravana hacia los juzgados.
En medio del interminable torrente de automóviles, las patrullas del Sistema Penitenciario van anunciando con sus estridentes bocinas que se acerca la comitiva. A fuerza de intimidaciones se abren paso a toda velocidad, mientras frente a nuestros ojos desfilan esos automóviles dotados de carceletas por cuyas rejas asoman rostros tatuados que, con una actitud burlesca y una mirada de piedra, nos recuerdan que ellos son el poder paralelo en este país. No por gusto las patrullas policiacas los escoltan para llevarlos frente a un juez a la hora en punto de la audiencia. A través de las rejillas pueden verse rostros de diversa calaña, como si fueran escenas de esas películas que exhiben tortura, sangre y vejaciones.
En uno de esos movimientos bruscos, al carro que va delante del mío, le arrancan el retrovisor al rozar con la autopatrulla que conduce a toda velocidad. Nadie se detiene, ni hay reclamo alguno. La larga cola de carros continúa su pesada marcha. Por supuesto, no habrá reparación de daños. Así es el sistema. A lo lejos se continúa escuchando el sonido reverberante en una estela de pesadumbre y mal sabor de boca. Esa es la rutina de casi todos los días.
No entiendo cómo se ha dispuesto que los reos sean trasladados en estrepitosa caravana hacia los juzgados. ¿No sería más razonable que en las cárceles existiera una sala de audiencias para evacuar los casos? ¿O instalar un sistema virtual que permita establecer la relación entre las partes procesales? ¿Tan caro resulta hacer esto?
En mi experiencia como profesor en cursos virtuales puedo asegurar que los costos son inferiores a los que produce el transporte de reos de los centros de detención a los juzgados correspondientes. Simplemente la mediación virtual ha abaratado la vida en todas sus actividades. La medicina por ejemplo, ha dado pasos agigantados al practicar operaciones quirúrgicas a larga distancia, por intermedio de la virtualidad. Y el sistema de justicia, ¿cuándo se actualizará?
Este año, la cantidad de vehículos en circulación se ha incrementado considerablemente, a tal grado que el tiempo que se necesitaba para llegar a los lugares de trabajo casi se ha duplicado y en algunos casos, triplicado. Y el transporte de presos a toda velocidad pone en riesgo de sufrir accidentes a la ciudadanía honrada que a diario se traslada a sus labores. ¿Por qué tiene que sufrir la ciudadanía el estrés que produce esta dinámica de aplicación de la ley?
Suficiente resulta el dinero público que se utiliza en las cárceles, alimentación, servicios diversos, custodia, un sistema penal y jurídico a su servicio y un largo etcétera de atenciones que se le dispensa a la población reclusa, y en adición a eso, tener que soportar la insolencia de su paso por las carreteras, como si se tratase de personajes de altos méritos. Resulta contradictorio y aberrante, ¿no le parece?
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