La dinámica de tendencias, menciones, etiquetas, hashtags y reproducciones que se objetiva en el espacio virtual es una constante generación de discurso.
La increíble cantidad de información y mensajes que circulan en las redes sociales se distribuyen casi sin restricción a una cantidad igualmente enorme de usuarios. Estos mensajes, muchas veces sin contenido -aparente- son la representación más clara de la mezcla entre lo objetivo (“real”) y lo imaginario.
Lo imaginario no hace alusión a lo “irreal” o ficticio, sino que se refiere a la creación de imágenes significativas y con sentido social que funcionan como soporte de la realidad, es a partir de estas imágenes que se producen, las representaciones del mundo. Las redes sociales son claramente un instrumento de la industria cultural que genera y reproduce discursos que, por una parte, activan predisposiciones, y por otra, internalizan estructuras mentales prefabricadas y enajenantes; veamos en este sentido, la popularidad de los memes y el humor sarcástico. La industria cultural, según la definen Adorno y Horkheimer (1994), refiere a la forma moderna en que los medios masivos de comunicación producen sus obras sobre el principio de su comercialización y no de su calidad y contenido; como mercancía que continuamente defrauda respecto de aquello que promete, y cuya función principal es la de afirmar determinado orden social, puesto que absolutiza la imitación, anulando la autonomía, capacidad reflexiva y crítica de los receptores. En gran medida los estrategas de la comunicación social, los community managers y los diseñadores de contenidos, son los grandes artífices del discurso social y político que mecánicamente consumen millones de personas en el mundo, no digamos en sociedades pequeñas, complejas y susceptibles a la persuasión como la guatemalteca.
Los discursos representan el mundo desde perspectivas particulares, son también proyección de imágenes y representaciones de mundos posibles, forman parte de los recursos que las personas despliegan al relacionarse con otras. Implican cierto grado de repetición, continuidad, comunidad e incluso variación en tanto es compartido por grupos y adquiere estabilidad en el tiempo, y puede verse como una combinación de otros discursos articulados de una manera particular. Es interesante la dinámica de tendencias, menciones, etiquetas, hashtags, reproducciones (retweets y shares), y “me gusta” que se objetiva en el espacio virtual: es una constante generación de discurso, que a la vez aprovecha económicamente el auge de determinadas manifestaciones y productos.
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