En homenaje a los hombres y mujeres víctimas del holocausto, y de la intolerancia.
Al examinar el Holocausto, se toma conciencia de su perplejidad y se razona que, acontecimientos de esta naturaleza, no tienen una explicación simple. La Organización de las Naciones Unidas, en la Resolución 60/7-2005, “insta a los Estados miembros a que elaboren programas educativos que inculquen a las generaciones futuras la enseñanza del Holocausto con el fin de ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro”. En la Resolución 61/255-2007, “se rechazan las tentativas de negar el Holocausto, que, al ignorar el carácter histórico de esos terribles sucesos, aumentan el riesgo de que se repitan”.
El Holocausto fue un intento genocida sin precedentes de aniquilar a un pueblo de manera sistémica, organizada y planificada utilizando la ciencia, la industria, la tecnología y la comunicación, para matar en forma masiva por religión, cultura, etnia, diversidad sexual, capacidades diferentes; lo que impulsó a Hitler y su Ejército fue una ideología racista que se implantó desde las escuelas en donde el objetivo primario fue el exterminio de un pueblo, llegando a la misma deshumanización del ser humano. Olvidarlo es un atentado en contra del derecho a la vida y a la verdad. Es una lección con el fin de que no vuelva a suceder con ningún ser humano, con ningún pueblo sobre la tierra, un aprendizaje sobre las consecuencias que tienen la intolerancia, el odio, la discriminación, los estereotipos, los prejuicios, la falta de respeto por la vida y la dignidad humana y así también, de reconocer y evitar el surgimiento de grupos que por su intolerancia puedan desencadenar nuevos delitos internacionales como el genocidio, los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de guerra, incluso cuando se manifiesta de manera insidiosa, en teorías conspirativas o en críticas sistemáticas de odio contra el ser humano.
De cara a las nuevas generaciones de una sociedad globalizada, con avances científicos y tecnológicos, el sistema educativo y la sociedad tenemos una responsabilidad fundamental para que reciban una enseñanza basada en el respeto y amor a la vida, en la conciencia de que todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos. Razón por la que hoy más que nunca, la constitución de la Unesco continúa vigente: “Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz”.
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