Miles de personas sufren el abandono de una sociedad utilitaria.
Leyendo la noticia en los medios internacionales sobre el hallazgo, en Alemania, del cadáver de una mujer de aproximadamente 87 años, muerta en su residencia, me obliga a escribir sobre tal hecho. Lo impactante es que la anciana tenía estimadamente año y medio de fallecida. Su cadáver, abandonado, permaneció en la cama de su vivienda, en Kassel (centro de Alemania). Estimaron los forenses que la mujer falleció en el verano de 2014.
¿Qué es la vida? y ¿cómo debe vivirse? El recorrido existencial de los seres humanos pasa por la niñez, la adolescencia, adultez y vejez. En ese recorrido, los extremos, la niñez y la vejez son las etapas de la vida más vulnerables. Más la vejez, pues constituye la antesala de la muerte.
Cuando se inicia la etapa final de la vida, el deterioro de lo físico paulatinamente sustituye al vigor de la juventud. Los órganos se minan y con ello, el funcionamiento corporal. Se llega a ese período de la existencia estando conscientes, al menos medianamente, de la fortaleza vivida, de la lozanía que poco a poco comienza a no ser. Pero saber que se tuvo fortaleza, que alguna vez se fue joven, que hubo alegrías, gozos, amores y esperanzas; y verse en la actualidad, ya sin fuerzas, disminuidos en salud, al borde de la muerte es lo más cruel que puede sucederle a un ser humano. Por ello, vivir la vida a plenitud y prepararse con hidalguía para la muerte, y de aquellos que sufrirán la ausencia, constituye un deber inexcusable.
Entre todas, la vejez es la etapa más triste, ya que para muchos los ancianos constituyen una carga para la familia y para la sociedad. No obstante que se es viejo porque la naturaleza así lo demanda y es una etapa ineludible de todo ser vivo. Al leer la noticia de la anciana se pueden construir, con la imaginación, muchas historias que tienen como denominador común la vida, el abandono, la soledad y los valores humanos. En las actuales condiciones del mundo donde prevalece el pragmatismo y el utilitarismo, todo aquello que no sirva o deje de servir al sistema, no tiene valor alguno y en la última etapa de la vida, los seres humanos poco pueden representar a los intereses del capitalismo dentro de esquemas de mercancías, precios, costos, ganancias y beneficios.
Al igual que la anciana fallecida encontrada en su residencia en una localidad de Alemania, miles de personas en el mundo sufren el abandono de una sociedad en la que la productividad es el único valor que tienen las personas. Es el momento de darles una existencia digna a aquellos, que en la última etapa de sus vidas, saben que su existencia tuvo un propósito.
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