Los últimos acontecimientos han apuntado a que desaparezcan todo tipo de poderes ilegales, lo cual es un gran avance.
Los Acuerdos de Paz que fueron finalmente firmados el 29 de diciembre de 1996, tenían como precondición, para que se alcanzaran las metas y se realizaran las reformas en ellos establecidas, el fortalecimiento de las instituciones del Estado, en lo fiscal y en lo administrativo.
Esto último porque la administración pública debía ser el instrumento principal para que se cumplieran a cabalidad los Acuerdos y el Estado se convirtiera ahora sí en verdadero impulsor del desarrollo económico y social, construyendo una burocracia dotada de un personal formado y capacitado en las más avanzadas técnicas administrativas, así como inscrito en una carrera administrativa que garantizara la posibilidad de acumular de experiencia y, de esta manera, expandir las capacidades y profundizar las especialidades. En lo fiscal, únicamente un gobierno logró rebasar solamente durante un año, la meta del 12 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), precisamente en una época de bonanza económica en América Latina.
Son 20 años los que han pasado desde el compromiso de Paz y los poderes fácticos económicos no han accedido a cumplir con una meta de la que dependen temas como el combate a la pobreza, la desnutrición crónica y la seguridad ciudadana.
En estos momentos y después de la crisis política, la recaudación ha colapsado y el desafío que debe afrontar el actual gobierno se ha duplicado.
El no haber fortalecido al Estado en lo fiscal y en lo administrativo nos da precisamente el actual resultado: un Estado aún más débil que el del período autoritario-militar y anterior a la paz. Tampoco se logró, por la misma situación, fortalecer al Estado en lo político, en la medida en que el poder real no ha residido totalmente en las instituciones del Estado, sino en otro lugar, ese que ocupan las elites que han dominado al país en las últimas décadas.
Fortalecer al Estado significa que el poder real coincida con el poder formal. Cumplir con el Estado de derecho quiere decir también que el poder debe encontrarse en donde lo establece la ley, porque si no es así la democracia que está inscrita en las leyes no tiene un correlato en la realidad.
Los últimos acontecimientos han apuntado a que desaparezcan todo tipo de poderes ilegales, ya se les llame paralelos, oscuros o secretos. Lo cual es un gran avance.
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