En estos tiempos predomina el resentimiento.
En 1939, Gregorio Marañón publicó Tiberio. Historia de un resentimiento. Tiberio representa un mundo que no sabe a dónde va, por haberse derruido sus bases religiosas, políticas y sociales. Esto ha sucedido en otras ocasiones en la historia universal y también en el momento en el que escribió Marañón. El emperador romano es el prototipo del rencor, quien justificó haber elegido a Calígula como sucesor porque “era el peor de los candidatos en Roma y así se engrandecería su figura”.
La Teoría del resentimiento inicia con esta definición: “Entre los pecados capitales no figura el resentimiento y es el más grave de todos; más que la ira, más que la soberbia. Es difícil definir la pasión del resentimiento (…) Pero otras veces, la agresión queda presa en el fondo de la conciencia, acaso inadvertida; allí incuba y fermenta su acritud; se infiltra en nuestro ser, y acaba siendo la rectora de nuestra conducta y de las menores reacciones. Este sentimiento, que no se ha eliminado, sino que se ha retenido e incorporado a nuestra alma, es el resentimiento”. Si se sigue esa teoría y la lógica política de los últimos años, se pueden entender varios aspectos. El primero, la falta de liderazgo que vivimos. El segundo, estas crisis consecutivas y encadenadas que nos alteran como las consideraciones geoestratégicas del “Triángulo Norte”, que es una de las cinco prioridades de la política exterior de Estados Unidos. No es Centroamérica, sino los países amenazantes: Guatemala, Honduras y El Salvador. Por el momento, la solución es la “Alianza para la prosperidad”. A pesar del tiempo, el análisis de Marañón es actual. Se puede aplicar a Guatemala con las nuevas autoridades que adoptan decisiones de destituir por resentimiento. Al tomar posesión, se las cobran por situaciones pasadas o por prejuicios. En ese sentido, los líderes políticos guatemaltecos ignoran al mejor y toman en cuenta a los mediocres que no lograrán opacarlos. Lo peor, ignorar la corrupción que sigue enquistada por todos lados.
Ahora que aún hay mayoría del viejo sistema queriendo creer que todo es una pesadilla -que despertarán y seguirán en el poder- resulta muy difícil entender, por un lado, las consecuencias derivadas del Gobierno de la “salvación” que no hizo nada significativo. Por el otro, la necesidad de continuar la persecución de la corrupción en el Estado. Marañón escribió un tratado sobre las consecuencias del rencor de los líderes. Ahora es momento de pensar en el resentimiento de un pueblo que presencia cómo se quedan sin referentes en el organismo de mayor representatividad, el Congreso. Da la impresión de que, al menos en lo que se refiere a la clase política, no hemos progresado mucho desde Tiberio.
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