viernes , 22 noviembre 2024
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La agenda forzosa

No nos gusta pagar impuestos, pero nos molesta más ver cómo a los grandes evasores se les premia.

Quiérase reconocer o no, es urgentemente necesario implementar la agenda que en materia fiscal posibilite la concreción de la mejora de los índices en aspectos tan variados como la desnutrición crónica, la atención primaria en salud, salud preventiva, educación, seguridad, infraestructura productiva y, en general, en el incremento de inversión para ampliar la oferta de empleos con salarios cuya dignidad no esté en litigio versus el egoísmo usurero de quien posee el capital.

La agenda debe enfocarse en la redefinición de un pacto fiscal que en efecto permita ampliar los recursos a captar, pero para que sea integral el manejo del tema, también deberá contener variados aspectos relacionados con la calidad del gasto público. El engendro de normas presupuestarias y la ley reguladora de las contrataciones del Estado, que aprobó la séptima legislatura, es un perverso diseño concebido para hacer inoperante al Estado. Para causar un caos desde el seno interno de las finanzas públicas.

Esto implica una pronta y urgente revisión si se desea hacer un buen gobierno (desde el Ejecutivo, desde las entidades autónomas -incluyendo a las municipalidades- así como al propio Congreso de la República).

Pero para emprender un proceso integral, es urgente que se produzca la convocatoria a la mayor cantidad de sectores posibles y en el menor tiempo.

Es imperativo que se trace un cronograma e igualmente urgente que se fijen metas en el plazo razonablemente más inmediato (es decir, unos cuatro a cinco meses máximo), para que se enmienden de una vez los entuertos legislativos que se aprobaron en esa tristemente recordada séptima legislatura.

Optar por luchar contra la corrupción es el acertado llamado que expresó el presidente Jimmy Morales, en su discurso de toma de posesión. Ahora es el momento de concretar esa y otras intenciones. Quienes pagamos impuestos vemos con estupor cómo se habla de las diversas problemáticas y vemos que muchas de ellas son producto de la negligencia o la arbitrariedad en la calidad del gasto público.

 Vemos con preocupación cómo se ignora la corrección de las políticas fiscales que hace cuatro años el régimen de turno impulsó erróneamente.

Es una agenda que forzosamente tendrá que impulsarse. No nos gusta pagar impuestos; de acuerdo, pero nos molesta más a quienes pagamos, ver cómo a los grandes evasores se les premia constantemente con figuras como el crédito fiscal, exenciones, exoneraciones tributarias que a la fecha resultan cruelmente onerosas.

Todas las temáticas de aspiraciones en políticas públicas requieren recursos y mecanismos de gasto. Por ello y más, esta es la agenda forzosa por excelencia que no debe demorarse en su accionar.

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