lunes , 25 noviembre 2024
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Un nuevo liderazgo político

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Ese nuevo liderazgo tiene que surgir de la propia sociedad.

Desde hace muchos años Guatemala espera que se constituya un verdadero liderazgo político que conduzca con firme decisión y visión de Estado el desarrollo económico y social del país, uno que sintetice de manera ecuánime la variedad de intereses de la población plural de este territorio, que no caiga en la trampa de los poderosos intereses corporativos, que gobierne para toda la nación y exprese la soberanía de esta nación situada en los márgenes de América Latina en los inicios de este siglo XXI complejo, pero pleno de oportunidades.

Guatemala espera que, finalmente, surja un liderazgo político que, por un lado, no conciba al Estado como un botín que hay que aprovechar para ascender socialmente; es decir, concebido solo y principalmente para acumular riqueza en lo personal, familiar y de grupo político.

Un liderazgo que deje de lado de manera sincera la lógica que se resume en la desafortunada frase: “político pobre, pobre político”, que se convirtió en la justificación de tomar ventaja de los bienes del Estado para fortalecerse políticamente, pero que creó grandes fortunas personales. Por otro lado, Guatemala espera un liderazgo político que no sea el comité directivo que maneje y proteja los intereses del conjunto o de cualquiera de los grandes grupos económicos desde el Estado, un liderazgo que comprenda que la otra frase desafortunada: “lo que es bueno para los empresarios es bueno para el país”, definitivamente no se cumple y la prueba de ello es la situación actual del país, cuando los grandes grupos económicos y financieros gozan desde hace décadas de excelente salud, y Guatemala fracasa de forma vergonzosa en alcanzar las Metas del Milenio y más de la mitad de la población vive en condición de pobreza. Esta espera, sin embargo, no puede ser pasiva, como fue desde el momento de la transición en 1985. No puede simplemente ser una espera de una especie de milagro que haga surgir de la clase política ese liderazgo necesario y urgente. Ese liderazgo tiene que surgir de la propia sociedad guatemalteca que se ha movilizado.

Tiene que ser, además, un liderazgo moldeado por la participación activa y permanente de los ciudadanos y ciudadanas. Lo cual significa, sin duda, conducción democrática y transparente, abierta al escrutinio de la sociedad, visible a los ojos ciudadanos, como único antídoto para que los grupos fácticos (militares, políticos, grandes empresarios) no se queden como siempre con la parte del león de la riqueza producida por todos los guatemaltecos, esa riqueza producida de manera colectiva y con el esfuerzo de todas y todos.

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