No es un tiempo para la ociosidad, sino para la gimnasia intelectual y moral.
Quien hoy tenga una edad entre los 17 y 25 años, está de “suerte”. Por esa sola circunstancia será admirado, disculpado, e incluso imitado por quienes sienten fascinación por esa etapa de la vida. Un ejemplo: cuando un joven se emborracha en público, algún adulto comprensivo comenta con gesto de complicidad: “¡Qué gracioso!”. Esa tolerancia suele desaparecer cuando el beodo es mayor.
Thibon afirma que en la sociedad actual “la juventud es vista como único criterio de todo valor, de tal forma que las otras edades de la vida no tienen derecho a la existencia y a la consideración más que a condición de ir revestidas de esa marca primaveral (…) La madurez y la vejez se borran de un plumazo”.
Otros autores sostienen que se trata de un retorno a la época de la efebolatría. Efebo es una palabra griega que significa adolescente. En la Grecia Antigua existía el culto al efebo, que se aplicaba a los varones desde los 15 a los 18 años, una edad a la que se atribuían aptitudes especiales merecedoras de ser aprovechadas en la efebeia, una institución para formar a los futuros ciudadanos, que incluía entrenamiento en la guerra. La nueva moda de la efebolatría se basa en la creencia de que basta con ser joven para poseer todos los valores, sin necesidad de cultivarlos previamente.
En mi opinión, no cabe achacar esa ceguera a una supuesta capacidad seductora de los jóvenes; se trata más bien de una fabulación de adultos nostálgicos de un paraíso perdido. Cuando algunos de ellos logran quitarse la venda de los ojos descubren sus pasados errores de apreciación: “Hemos endiosado a los jóvenes por el solo hecho de serlo, y no por desarrollar las excelsas virtudes de la juventud: la ilusión, la generosidad, la solidaridad, la justicia, el sueño de un mundo mejor” (J. Capmany, 1995).
Los jóvenes que se sienten halagados solo por su edad, (con independencia de su comportamiento), suelen desarrollar actitudes conformistas; en cambio, quienes conocen a tiempo cuál es la verdadera misión de la juventud lo suelen asumir como un reto. Para Paul Claudel “la juventud no se hizo para el placer, sino para el heroísmo”.
Lo que los jóvenes necesitan es incitarles a ir a la raíz de cada cuestión y buscar la excelencia.Por su parte, Platón explicó que la etapa juvenil no es un tiempo para la ociosidad y la autocomplacencia, sino para la gimnasia intelectual y moral.
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