En el ámbito mundial, solo el 50 por ciento de los crímenes son registrados por los entes policiales, factor que puede afectar la comprensión del fenómeno.
En cierta oportunidad he mencionado que una política pública debe basarse en una buena recaudación de datos, como una encuesta de victimización o estadísticas de delitos, generadas desde entes estatales. También he dicho que estos datos suelen ser inexactos debido al sub registro y la falta de recursos tecnológicos para recabar la información.
En relación con este tema, me llamó la atención un artículo escrito por Heather Sutton, quien se desempeña como consultora para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en temas de seguridad ciudadana; en el artículo Sutton nos enseña lo que debemos y no debemos hacer en una encuesta de victimización.
Dentro de los errores más comunes en un instrumento de esta naturaleza, es que se confunde una encuesta de victimización con una encuesta de seguridad ciudadana y no es lo mismo; la primera busca la experiencia o el contacto personal que el individuo ha tenido con el crimen, en otras palabras, la experiencia de haber sido víctima de un delito; por el otro lado, la segunda mide la percepción, es decir, si la persona se siente segura o no en su cotidianidad y entorno.
Otro desacierto es que, pese a existir técnicas y lenguaje establecidos por expertos, en algunos instrumentos se incluyen elementos que suelen desviar el propósito de la encuesta. El tercer error, es realizar una medición con una muestra muy pequeña, porque con ello no se logra definir información más detallada; muchas veces esto tiene mucho que ver con lo oneroso que resulta una encuesta de este tipo.
Se pueden mencionar otras debilidades en las encuestas; por ejemplo, aunque es importante el uso de las estadísticas de la policía como fuente de información, estas no contemplan todos los delitos cometidos.
Se estima que, a nivel mundial, solo el 50 por ciento de los crímenes son registrados por los entes policiales, factor que puede afectar la comprensión del problema.
En conclusión, entre más profunda y detallada es una encuesta, más costosa puede resultar para el país que la realice; también significa estimados más confiables, elementos más detallados, mejor entendimiento del fenómeno de la violencia y por ende, políticas públicas que permitan tomar mejores decisiones para combatir la criminalidad, así como una mejor distribución de los recursos con los que se cuentan para tal propósito.
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