Se debe poner fin a la pesadilla de la deportación que zarandea a nuestros congéneres para despertarlos del ensueño.
Luego de las fiestas navideñas y de fin de año pasadas, las situaciones cotidianas que aguardan a las y los guatemaltecos en 2016 se reanudan para estar presentes en el imaginario colectivo. Una de ellas es la amenaza de deportación masiva a producirse en las próximas semanas de este recién iniciado ciclo, contra migrantes centroamericanos en general, y de los chapines en particular, por el departamento estadounidense de Seguridad Interna (DHS, por sus siglas en inglés).
Una publicación en el diario Washington Post argumenta que el DHS prepara un operativo de deportación de centenares de inmigrantes indocumentados de América Central en los siguientes días. De acuerdo con ese rotativo, la Dirección de Seguridad Interna aún no emite la autorización final para la operación. Sin embargo, entre los planes se concentran el arresto y la deportación de adultos y menores de edad cuya expulsión ya fue ordenada por un juez de Inmigración.
En consecuencia, la pesadilla de la deportación nuevamente se cierne para miles de connacionales que permanecen en ese territorio con estatus migratorio irregular, pues diariamente viven el calvario de que en cualquier momento puedan ser capturados y retornados a su país, por carecer de documentos que amparen su estadía en esa nación. Vale indicar que las cifras de retornos por la vía aérea desde el país del norte disminuyeron en 2015 considerablemente, pues se registraron 311 vuelos con 31 mil 443 compatriotas deportados, en relación con 2014, que reportaron la repatriación de 51 mil 157, en 450 vuelos.
Ahora bien, las movilizaciones de guatemaltecos por la vía terrestre desde México son cuantiosas, pues a la fecha van 73 mil 729, relacionadas con las reportadas en 2014, que fueron 45 mil 114. Por cierto, la Dirección General de Migración (DGM) inauguró el 17 de diciembre del año pasado, en Tecún Umán, San Marcos, el salón de recepción de deportados por la vía terrestre desde los Estados Unidos Mexicanos, para darle una atención personalizada a los connacionales que son retornados de esa tierra.
Es deseable que el Estado se mantenga en constante lucha por lograr que le sea otorgado el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés), pues nuestro país en el ámbito centroamericano es el único que no cuenta con dicha prerrogativa, un bálsamo para un cúmulo de injusticias que se originan en el territorio nacional, que les niega la primera oportunidad de alcanzar su realización.
Entretanto, las deportaciones para 2016 no se detendrán, ya que seguirán ingresando miles de connacionales, tanto por la vía aérea como terrestre, con lo sueños metidos en el congelador como pruebas de la infausta búsqueda del mal llamado “sueño americano”. Se debe poner fin a esta pesadilla que zarandea a nuestros congéneres para despertarlos del ensueño de conquistar económica y socialmente mayores expectativas de vida que les posibilite salir del anonimato, para conservar el trabajo honrado y digno que siempre han anhelado.
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