La reapertura de la catedral de todos los franceses Nuestra Señora de París, Notre-Dame, el próximo 8 de diciembre que volverá a abrir sus puertas totalmente reformada tras el trágico incendio que cubrió de luto París aquel abril negro de 2019, supondrá todo un acontecimiento al que asistirán autoridades eclesiásticas y jefes de Estado de todo el mundo.
El terrible incendio del 15 de abril de 2019, que acabó con el derrumbe final de su reconocible aguja central, vino tras venirse abajo y desplomarse la estructura de madera….. una tragedia que paralizó al mundo aquella desgraciada tarde de cielo gris, pero que no rompía a llover hasta bien entrada la mañana. Aún así, todo se cubrió de negro, de humo…y de escombro.
Son ya tristemente famosas las fotos de los bomberos franceses con sus chalecos reflectantes sobre el tejado más emblemático, por antiguo e histórico de París, mientras su catedral gótica del siglo XII destilaba humo a lo que siguió el derrumbe de la bóveda de crucería y su aguja del XIX que finalmente no pudo mantenerse erguida.
Las causas cinco años después, solo sirven para que ejemplo de otros edificios históricos, catedrales, no corran la misma suerte, un cortocircuito en uno de los andamios que se habían colocado para llevar a cabo las reformas en ese ala de la nave.
Pero este símbolo de la ciudad y emblema nacional de Francia, este templo más allá de sus funciones ligadas a la Iglesia al haber sido referencia y baluarte de la arquitectura gótica internacional. Su belleza ha sido contemplada por fieles desde el siglo XIII a nuestros días, por visitantes de otros credos, agnósticos, ateos convirtiéndola en una de las principales visitas turísticas de la ciudad del Amor.
Napoleón, Victor Hugo y Viollet-le-Duc
Levantada a lo largo de un siglo, desde mediados del XII al XIII y finalizada en 1345. Después se fueron añadiendo otros elementos durante los siglos siguientes, debido a necesidades o al gusto de cada época como es habitual.
A finales de 1786 la aguja central, dañada por el paso del tiempo, fue desmontada y durante los años más agitados de década de la Revolución Francesa, Notre Dame, sufrió el robos, saqueos y pérdidas de muchas de sus valiosas piezas, así como la profanación de parte de su imaginería religiosa, que quedó salvajemente dañada o destruida.
Abandonada a su suerte, en 1802 volvió a ser templo católico cuando al ser elegida por Napoleón Bonaparte, como lugar para coronarse -a sí mismo-, emperador de los franceses, acto que tuvo lugar el 2 de diciembre de 1804, después de haber guillotinado a la monarquía francesa más absolutista.
Después de aquellas pompas, vivió en condiciones modestas, hasta que en 1831 Víctor Hugo publica Nuestra Señora de París, que se desarrollaba principalmente en Notre Dame. Aquello reabrió el interés por la vieja catedral y se puso de moda….
Pero de su imagen fue responsable el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc, defensor del estilo historicista, medieval o neogótico llevó a cabo una larga restauración que se prolongó durante años, una intervención demasiado libre, audaz, según sus detractores del momento, ya que no se limitó a remodelar lo dañado sino que añadió demasiados elementos inventados, como las górgolas, quimeras, y levantó la agujal centra, que elevó hasta 96 metros, hoy destruida en el incendio de 2019.
También ha sido el escenario de una larga lista de películas universales, desde el ‘Jorobado de Notre Dame’ a Amélie.
Notre Dame renace cinco años después
Aquella fecha -15 de abril de 2019- está marcada en el calendario por el trágico incendio en la cubierta de la catedral de Notre Dame, ejemplo de la arquitectura gótica francesa del siglo XIII frecuente inspiración para otras muchas europeas. Podíamos decir que Notre Dame de París es la catedral más imitada por propios y extraños.
Aquella tarde fue un infierno, no solo para los parisinos, sino para el resto del mundo que se mantuvo en vilo y en directo el nefasto suceso y que enmudeció cuando la histórica aguja se desplomaba sin ningún otro remedio.
Dos terceras partes del tejado fue devorado por las llamas, lo que provocó también múltiples daños en el interior, rosetones, y algunas de las vidrieras también reconstruidas en el XIX y mobiliario antiguo destruidos, un patrimonio de 850 años de historia.
Los trabajos de extinción fueron muy complejos y dos policías, además de uno de los bomberos que participaron en esas labores resultaron heridos, pero consiguieron mantener a salvo las míticas torres y la fachada principal, así como la estructura.
Ahora, esa aguja y la estructura vuelve a resurgir -pero no de sus cenizas- sino de nueva factura tras un gran trabajo llevado a cabo dentro de la catedral en estos cinco años.
Inauguración oficial el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción
El sábado, 7 de diciembre se oficiará una misa especial presidida por el arzobispo de la capital francesa, en presencia del presidente Emmanuel Macron y su esposa y a la que asistirán numerosos jefes de Estado y Gobierno de diversos países, funcionarios, mecenas y otros invitados que tendrán invitación por parte de las autoridades eclesiásticas y ejecutivas.
“Se tiene una impresión de gran sencillez y extrema delicadeza; todo es bello, todo invita a rezar, a meditar, a detenerse un momento en una experiencia espiritual del corazón y del alma”, ha dicho Monseñor Laurent Ulrich, arzobispo de París, que también destacaba en la rueda de prensa el sentimiento de “alegría e impaciencia” que tenían: “Nuestra sed es grande para acoger de nuevo al mundo entero bajo las bóvedas de la catedral”.
El domingo, 8 de diciembre, día doblemente festivo además al coincidir con la Inmaculada, se celebrará la misa inaugural con Monseñor Laurent Ulrich, que contarán con la asistencia de mas de un centenera de obispos, “un sacerdote por cada una de las 106 parroquias de París y un sacerdote por cada una de las siete iglesias católicas de rito oriental”, con la apertura de las puertas de Notre Dame, que volverá a recibir a los fieles y público en este día en conmemoración de la Inmaculada Concepción.
Y es que París, bien vale una misa, “Paris vaut bien une messe”, frase, ya tópica cultural, que se atribuye a Enrique de Navarra, el pretendiente Borbón -y protestante- al reino de Francia en el siglo XVI, que se tuvo que cambiar de credo, convertir al catolicismo para acceder al trono. Coronado Enrique IV se cuenta que al tomar tal difícil decisión exclamó la famosa: Paris vaut bien une messe.
Expresión que desde entonces se emplea para definir las prioridades de la vida, es útil renunciar a algo, por valioso que nos sea, para obtener algo más importante que los deseos personales.
Amalia González Manjavacas
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