Lilian García Cuéllar ganó en 2024 el galardón a la Mujer Exportadora del Año, un distintivo otorgado por la Asociación Guatemalteca de Exportadores (Agexport).
Con muchos tropiezos en el camino, esta exitosa empresaria inició la elaboración de productos de limpieza, luego de aromas o perfumes para atender el mercado nacional. Posteriormente, y a base de prueba y error, logró ampliar su portafolio con todo lo relacionado con el cuidado personal de hombres y mujeres. Inicialmente la empresa se llamaba Químicos Guatemaltecos (Proquigua), cuando solo producía enseres de limpieza. Hoy es conocida como Flushing Cosmetics.
El camino no ha sido fácil, relata. Comenzó con limitados recursos económicos, pero con mucho entusiasmo. Lo hizo en un espacio pequeño en 1982, con el apoyo, en ese entonces, de su cónyuge, quien fallece dos años después. Esa fue su peor pesadilla, pues tenía dos hijas pequeñas. Sin embargo, su perseverancia y la necesidad por hacer realidad sus sueños la obligaron a seguir adelante.
Salto al catálogo
En 1989 se las ingenió para empezar a vender por medio de folletos. “Más que un catálogo, era un pequeño volante con los pocos productos que ya ofrecía”, recuerda. Poco a poco se sumaron muchas colaboradoras, amas de casa, interesadas en la venta. Para ese entontes su listado incluía champú, cremas y fragancias, además de los insumos de limpieza. Desde entonces, todo su modelo de ventas es por catálogo, concentrado exclusivamente en el cuidado personal.
“Comencé con poco dinero que teníamos con mi esposo, menos de 10 mil quetzales”, recuerda la empresaria. Tampoco tenía una formación académica en esa rama de producción, pero lo fue aprendiendo con su pareja. “Nunca trabajé en compañías. He llegado hasta aquí por mi perseverancia y deseos de
superación”, expresa.
“Cuando muere mi esposo, me quedé con dos niñas pequeñas y otra que venía en camino; entonces el reto era mayor, pero no me podía cruzar de brazos; es ahí que se me ocurre ampliar la línea de productos”, precisa.
“He ido aprendiendo cómo hacer un desinfectante, un champú, una fragancia; todo ha sido sobre la marcha. La materia prima me la provee otra empresa que la importa de Europa y de Estados Unidos”, explica García Cuéllar.
De una micro a gran empresa
Durante estos casi 40 años no todo ha sido color de rosa. La empresaria cuenta que muchas veces le robaron camiones repletos de mercadería, que nunca recuperó por carecer de seguros. Esos casos la ponían financieramente contra las cuerdas. Pero no claudicó y siguió adelante.
De producir exclusivamente líquidos para limpieza para el mercado local, se concentró en lo que es el cuidado personal, por medio de muestras o catálogos. De a poco se sumaron más y más mujeres, y la demanda crecía porque su estrategia era esa, buscar el nicho correcto para su producción.
Hoy tiene oficinas en El Salvador y Honduras, más la planta de producción y distribución en el ámbito nacional. Cuenta con 250 trabajadores y más de 33 mil consejeras en las tres naciones, a quienes constantemente imparte capacitaciones.
En la planta tiene laboratorios de control de calidad y un proceso de cuarentena, mediante el cual todos sus productos pasan por rigurosos controles. “Estamos certificados en buenas prácticas de manufactura que nos da el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social”, afirma la emprendedora.
En 1989 la compañía dio un gran paso pues debido a su expansión contrató más personal de planta. Hasta ese entonces solo eran 15. Llevó a gerentes de zonas para cubrir todo el territorio nacional, y es cuando el nombre de la fábrica cambió a Flushing Cosmetics, con una gama de 33 artículos solo para mujeres.
Un año después introdujo una línea para hombres. También tuvo que mudarse a oficinas más amplias.
A partir de 2000 dio otros pasos hacia la innovación y más apoyo a sus consejeras. La expansión a El Salvador inicia en 2007 y un año después se abre paso en el mercado de Honduras. Por lo pronto, no se detiene y su meta es continuar la apertura del negocio en otros territorios del área.
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