Con más de 60 años de trayectoria de la plástica guatemalteca, Roberto González Goyri dejó un legado en obra muralista, pictórica y escultórica
Miles transitan a diario por los murales del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), la fachada poniente del Banco de Guatemala y la oriente del Crédito Hipotecario Nacional que forman parte del Centro Cívico en la ciudad de Guatemala, algunos se detienen a admirarlos o tratan de adivinar qué significan. Estos diseños fueron creados por uno de los genios de la pintura del siglo pasado y muchos ni se imaginan la labor, dedicación o esfuerzo que implicó su elaboración.
El pintor, escultor y muralista Roberto González Goyri es el artista de varios de ellos. Este año se le ha homenajeado en el centenario de su natalicio, el cual ha sido celebrado con exposiciones, charlas y otras actividades. Una de ellas fue que un grupo de estudiantes del Centro Cultural Municipal, en conjunto con la asociación que lleva el nombre del virtuoso, se unió para crear una nueva versión del mural La Nacionalidad guatemalteca y que se sitúa sobre la 7ª. avenida entre 13 A y 13 calles, zona 1, que forma parte de la exposición Goyri: Nuevas Miradas.
Crecimiento artístico
Nació el 20 de noviembre de 1924, considerado uno de los máximos exponentes de la Generación del 40, movimiento que impactó en el panorama de las artes plásticas. Abrió brecha en el arte moderno del siglo XX en la nación.
Como muchos niños que durante su infancia denotan su talento en el dibujo, el maestro no fue la excepción. Gustaba de garabatear todo su entorno, animales, casas, etcétera. Aunque su gran influencia fueron sus tíos artistas, que considera fueron estímulo en su vida que no olvidó y recordó con gratitud. Uno de ellos le indicó: “No importa la carrera que sigas, lo vital es ser honesto”.
En su video Trazos de vida y obra de Roberto González Goyri, relató que muchos de sus compañeros de la escuela le mencionaban lo bien que dibujaba. “Hagamos un trato, le decían, realízame un dibujo y te doy mi pan con frijoles”, recordó.
El artista comenzó su carrera a los 14 años junto a Julio Urruela Vásquez, donde trabajaba los vitrales del Palacio Nacional de la Cultura. Cuando cumplió la mayoría de edad, junto a su colega Roberto Ossaye, recibió una beca del gobierno del entonces presidente de la República Juan José Arévalo, para estudiar en el Art Student’s League and Sculpture Centre de Nueva York, Estados Unidos. “Mi estancia allá fue fructífera, pero difícil; en unos días me encontraba confuso; no obstante, para mi fortuna, conocí al escultor colombiano Edgar Negret, que me apoyó y seguí su ejemplo de la fe que mantenía de sí mismo”.
Y algo curioso le sucedió en la Gran Manzana cuando recorría los museos, pues al mirar al famoso lienzo el Guernica, de Pablo Picasso, confesó que su reacción fue negativa. “Fue mi falta de madurez en aquellos días, ya que toda obra de legítimo valor no gusta desde el principio, sino por el contrario toma tiempo y exige un esfuerzo de nosotros”, analizó.
83 misivas de amor
En el presente hay un libro titulado Cartas desde Nueva York en el que especialistas analizaron esa correspondencia antañona, romántica y cultural que está a la venta en las principales librerías del país. Eran cartas dedicadas con su magnífica caligrafía en papel aéreo (inexistente ahora) y pluma fuente, a su entonces novia, Carmen Pérez Avendaño, entre 1948 y 1952.
Ana Lucía González, una de las hijas, expresó su agradecimiento porque su mamá guardó con amor la correspondencia a distancia que define como un tesoro. Además de que fueron escritas durante un contexto histórico, porque fue cuando su padre estudiaba escultura en la ciudad estadounidense.
Ilustraciones, libros y amistad
El artífice trabajó en papel y trasladaba su boceto al lienzo. Incluso, entre sus libros personales se encontraron bocetos olvidados que dejó allí y que fueron mostrados por su esposa, en su estudio y biblioteca. En esos rincones donde se inspiraba González Goyri, aún se conservan sus cuadros, pinceles, herramientas con las que creó monumentos y pinturas únicas. Incluso un vitral que trabajó con Julio Urruela Vásquez.
Su hija Carolina González recordó que su padre todo el tiempo se mantenía ocupado, era ordenado y disciplinado. Quizás considera que siguió sus pasos al estudiar Arquitectura. Ella y su progenitora nos brindaron la oportunidad de conocer la literatura que coleccionó, sus cuadros, bocetos y artículos personales.
“El boceto constituye los primeros trazos del artista cuando trata de fijar una idea. Esta actitud, un tanto instintiva, lo hace obrar con celeridad sobre el papel sin cortapisas de ninguna especie y a ello se debe su encanto, producto de la más absoluta espontaneidad”, expresó en su documental.
Cuadros dedicados a Humberto Ak’abal
Pintó 14 piezas inspiradas en el libro de poemas Jaguar Dormido durante el 2007, del poeta originario de Momostenango. “Maestro, nunca creí que mis poemas inspiraran una gran obra”, declaró Ak’abal.
Uno de los más especiales es del Jaguar, cuyo original está dedicado a su cónyuge, que mostró en su residencia a Revista Viernes. Existe un mosaico basado en esta obra y está situado en hotel Casa Santo Domingo, de La Antigua Guatemala.
Obra pública
Los paisajes del altiplano, las tradiciones guatemaltecas y su pasión por la cultura ancestral maya, aunados a algunas inspiraciones de la perspectiva y la mitología griega se plasmaron con sus pinceles. De acuerdo con la Universidad del Valle de Guatemala, el mayor valor de sus piezas fue el dominio magistral de la escala cromática.
Sus grandes herencias son los murales del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), la fachada poniente del Banco de Guatemala y la oriente del Crédito Hipotecario Nacional. Estos se conforman en el Centro Cívico y fueron declarados Patrimonio Cultural de la Nación, según el Acuerdo Ministerial 189-2014.
Otros que se sitúan en espacios públicos, como el monumento a Tecún Umán, de 6.5 metros de altura, en el bulevar Liberación que data de 1964. Diseño del mural en mosaico tipo veneciano en la calzada Los Próceres (1999). Proyecto de mural para la fachada exterior del auditório del IGSS, concebido para ser realizado en mosaico tipo veneciano sobre La Seguridad Social en Guatemala (2007), que quedó inconcluso pero que su familia afirmó se finalizará.
En escultura y pintura produjo una gran cantidad de obras, las cuales se encuentran en su mayoría en instituciones y colecciones privadas. También sus familiares cuentan con obras que en su momento saldrán a la vista pública. Su trabajo se caracterizó por ser esencialmente semifigurativo, es decir, que siempre tenía en cuenta un proceso de abstracción.
“González Goyri, más que un artista, es una referencia cultural, un cronista que nos brinda la oportunidad de ver más allá de lo obvio, de comprender lo profundo y significativo en la sencillez aparente. Él es la síntesis de una generación, un faro que ilumina el sendero del arte: resignificar, transformar. A través de su obra, el espacio público se convierte en el escenario de la identidad popular, donde su lenguaje trasciende la iconografía. Nos recuerda que el verdadero ejercicio del artista es sumergirse en la cultura, absorberla, y luego, como un alquimista, devolverla transformada en la esencia de un país”, pronunció el artista Erick Boror.
Colecciones
Sus creaciones están representadas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York; Museo de Arte de las Américas, Washington, D.C.; Lowe Art Museum, Universidad de Miami; Biblioteca Port Royal, París; Plaza Guatemala en Nicaragua; Museo Nacional de Arte Moderno Carlos Mérida, Guatemala; así como colecciones privadas dentro y fuera de
Guatemala.
Con quebrantos de salud, a los 82 años, presentó su última muestra Entre la pasión y el asombro, en el Paseo de los Museos del hotel Casa Santo Domingo, La Antigua Guatemala, el 10 de noviembre de 2007. Tres días más tarde falleció en su casa.
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