Patricia Letona D. Innovación y Relacionamiento Estratégico
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La posibilidad de un endurecimiento extremo en las políticas migratorias de Estados Unidos, anunciadas por el ahora presidente electo Donald Trump, plantea un desafío significativo para Guatemala. Trump confirmó su intención de llevar a cabo “la mayor deportación en la historia”, lo que, de materializarse, podría implicar un aumento sustancial en el número de guatemaltecos retornados. En lo que va de 2024, ya se han registrado más de 68 mil deportaciones, superando las cifras prepandemia y marcando un récord. Este panorama obliga a Guatemala a reflexionar y, sobre todo, a actuar con visión y anticipación.
No se trata solo de manejar el impacto inmediato de estas deportaciones, sino de replantear cómo abordar la migración inversa para convertirla en una oportunidad de desarrollo. ¿Estamos listos para responder de manera estratégica? ¿Qué haremos para acoger a quienes regresan, ayudándoles a reintegrarse y construir un futuro aquí?
En cada vuelo que aterriza, no solo llegan deportados; también llegan historias, conocimientos y posibilidades.
Los deportados no son estadísticas. Son madres, padres, hijos, que trabajaron muchos de ellos en condiciones adversas, que aprendieron un idioma diferente que enviaron cada dólar posible a sus hogares. Muchos de ellos regresan con habilidades y experiencias que podrían impulsar un cambio en sus comunidades.
El Salvador, nuestro vecino, ha comenzado a entender esto. Han lanzado en redes una campaña que invita a los salvadoreños a regresar “para cumplir su sueño salvadoreño”, ofreciéndoles beneficios como vivienda y apoyo para comenzar de nuevo.
El 14 por ciento de nuestro PIB proviene de las remesas enviadas por los guatemaltecos en el extranjero. ¿Qué pasará si las deportaciones masivas reducen el flujo de remesas? ¿Estamos listos para enfrentar una caída económica de esa magnitud?
La respuesta no puede ser esperar a que el problema nos golpee. Necesitamos un plan, no para reaccionar, sino para anticiparnos.
Pensemos en la importancia de que cada guatemalteco deportado encuentre a su retorno un puente hacia una nueva vida con opciones como: capacitación laboral y financiamiento accesible; incentivos al emprendimiento con pertinencia local, recursos con los que aprovechen las habilidades adquiridas en el extranjero, adaptándolas a las necesidades locales. Además, se les puede ayudar con capacitaciones en el uso de herramientas digitales y la gestión de finanzas
personales.
Necesitamos una alianza real entre Gobierno, sector privado, organizaciones no gubernamentales, comunidades y cooperación internacional. Un esfuerzo que no se trata solo de documentos o discursos; sino de vidas, de familias, de reconstruir un país.
El regreso de miles de guatemaltecos no es solo un desafío, es una llamada de atención. Nos invita a repensar qué tipo de país queremos construir.
Este es el momento de actuar. Porque en cada vuelo que aterriza, no solo llegan deportados; también llegan historias, conocimientos y posibilidades.
En esta segunda oportunidad, ofrezcámosles la posibilidad de que encuentren en Guatemala el futuro que alguna vez buscaron lejos de casa.
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