Málaga, EFE
El adiós de Rafael Nadal, convertido en leyenda antes de su último golpe de raqueta, emplazado en Málaga, en el Palacio de los Deportes Jose María Martín Carpena, marca la fase final de la Copa Davis, el torneo por países más importante de cada temporada, el espectáculo de fin de curso del tenis, contenido en esta ocasión por la dimensión y la repercusión de uno de los mejores deportistas.
La cita supondrá un momento histórico. La magnitud de Nadal aplaca la trascendencia deportiva y el objetivo por el que durante seis días van a pujar los ocho equipos más destacados del año, lustrados por algunos de los atletas más reputados y sobresalientes de la campaña.
Está fuera de toda duda el idilio de Nadal con la Copa Davis. El balear, una vez asumido su destino, eligió formar parte del considerado campeonato del mundo de tenis por selecciones. Ha logrado cinco de las seis Ensaladeras que tiene España el ganador de 22 Grand Slam que llegó a Málaga el jueves, y que desde entonces se ejercita en las instalaciones de la ciudad para encontrar el tono adecuado y ponerse a disposición del capitán español David Ferrer.
La presencia de Nadal ha alborotado a Málaga, sobrepasada por la expectación generada por la Copa Davis. Además, el impacto Nadal y lo que conlleva.
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