Uno de los protagonistas, un joven magrebí, interviene una valla publicitaria (de la tierra suspendida sobre un fondo negro) testando con aerosol una sola letra y sustituyéndola por otra, quedando así la leyenda Le monde est à vous (el mundo es tuyo) por Le monde est à mous (el mundo es nuestro); en un acto pequeño y aleatorio, pero significativo, de identificación colectiva, que más allá de las múltiples y válidas interpretaciones que puedan hacerse de la escena.
Fruto de esa búsqueda son los relatos que componen este libro titulado El mundo era nuestro, poblados por personajes de diversas procedencias y motivaciones a los que emparentan los sentimientos comunes de decepción (de sí mismos, de sus prójimos o hacia estos), impotencia, fracaso y horror.
En el libro, su autor, Sadrac Chinchilla, invita al lector a contemplar este humilde acto de identificación colectiva concebida como réplica al mejor de los mundos posibles.
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