sábado , 23 noviembre 2024
Inicio El no-liderazgo de Ludwig Wittgenstein y el uso de la IA

El no-liderazgo de Ludwig Wittgenstein y el uso de la IA

El pasado está repleto de ideas nuevas. En 1914, Bertrand Russell y su discípulo Ludwig Wittgenstein tomaron caminos opuestos. Russell abandonaría la filosofía y matemática para centrarse en su pacifismo radical, acabando en prisión en 1918, y Wittgenstein comenzaría a colaborar con el Gobierno austríaco. Luchó en el frente en 1916 y en las trincheras su Tractatus tomó un nuevo rumbo: establecer puentes entre la lógica y el sentido de la vida, la belleza y Dios. Creía que solo en el horror de la guerra sería capaz de levantarlos.

Para Wittgenstein, la labor filosófica consiste en la búsqueda del sentido de la vida, una actividad que saca a la persona de su inercia intelectual. El disgusto de pensar se basa en descubrir los errores y sinsentidos que sostienen la cómoda prisión donde habita el yo ficticio. El bienestar de esa prisión es frágil. La guerra sería el peor fruto de esta inercia intelectual.

Para Wittgenstein, la guerra empieza en el pensamiento y solo se supera en la vida, atendiendo primero a los propios picores. “Para mejorar el mundo, mejórese a sí mismo”. No excluye la acción social; indica su punto de partida, el “trabajo sobre sí mismo”. ¿Y luego? Nada asegura la correcta recepción del discurso antibelicista. “Es imposible decir en mi libro ni una palabra acerca de lo que la música ha significado en mi vida. ¿Cómo puedo esperar ser comprendido?” Pero experiencia bélica no es menos importante que la artística. “Ayer fui tiroteado. Sentí miedo. Deseo vivir. Es difícil renunciar a la vida cuando se le ha tomado gusto. Pero eso es ‘pecado’, vida irrazonable, falsa concepción de la vida”.

Una de las peores manifestaciones de la inercia intelectual es permanecer ajenos a los límites del lenguaje, que son también los del método científico. El error de absolutizar la razón matematizante, de no entender que hay cosas que solo se pueden mostrar (mostrar viviendo), lleva a pensar como máquinas -y a delegar en las máquinas los juicios éticos-.

Tres décadas después, con la bomba atómica, Wittgenstein escribe: “Saca a relucir el fin, la destrucción, la maldad de una ciencia repugnante”. El uso potencial de la IA con fines bélicos no haría más que reforzar su opinión sobre la confianza acrítica en la ciencia. Wittgenstein acompaña esta idea con una predicción inquietante: “No es insensato pensar que la era científica y técnica es el principio del fin de la humanidad.” Habrá que trabajar para que no sea así.

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Para Wittgenstein, la guerra empieza en el pensamiento y solo se supera en la vida, atendiendo primero a los propios picores. “Para mejorar el mundo, mejórese a sí mismo”. No excluye la acción social; indica su punto de partida, el “trabajo sobre sí mismo”. ¿Y luego? Nada asegura la correcta recepción del discurso antibelicista. “Es imposible decir en mi libro ni una palabra acerca de lo que la música ha significado en mi vida. ¿Cómo puedo esperar ser comprendido?” Pero experiencia bélica no es menos importante que la artística. “Ayer fui tiroteado. Sentí miedo. Deseo vivir. Es difícil renunciar a la vida cuando se le ha tomado gusto. Pero eso es ‘pecado’, vida irrazonable, falsa concepción de la vida”.

Una de las peores manifestaciones de la inercia intelectual es permanecer ajenos a los límites del lenguaje, que son también los del método científico. El error de absolutizar la razón matematizante, de no entender que hay cosas que solo se pueden mostrar (mostrar viviendo), lleva a pensar como máquinas -y a delegar en las máquinas los juicios éticos-.

Tres décadas después, con la bomba atómica, Wittgenstein escribe: “Saca a relucir el fin, la destrucción, la maldad de una ciencia repugnante”. El uso potencial de la IA con fines bélicos no haría más que reforzar su opinión sobre la confianza acrítica en la ciencia. Wittgenstein acompaña esta idea con una predicción inquietante: “No es insensato pensar que la era científica y técnica es el principio del fin de la humanidad.” Habrá que trabajar para que no sea así.

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