lunes , 25 noviembre 2024
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La importancia de los archivos

La modalidad virtual, en constante trasformación, ha modificado la capacidad de los usuarios de registrar y buscar datos. Pero ¿se puede confiar en toda la información que hay en la web? En los casos de bibliotecas, universidades, archivos y centros de documentación, que han digitalizado buena parte de su acervo y lo han puesto a disposición de los interesados, sí.

Este material surge de investigaciones cruzadas que llevan a los investigadores a las fuentes primarias.
Pero, ¿pasa lo mismo con otras plataformas que han sido mal alimentadas con información apócrifa? No hace mucho fui invitado a la revisión de un seminario de estudiantes de quinto bachillerato y me quedé congelado debido a que el trabajo no solo era un plagio en su totalidad si no que, además, estaba plagado de incongruencias y datos falsos.

Lo más alarmante es que luego de mi dictamen, me dieron las gracias y promovieron a los muchachos.
Uno de los problemas que tienen los jóvenes profesionales que salen al mercado laboral es que no poseen recursos que se traduzcan en sustancia.

La facilidad que les ha brindado la internet y la inteligencia artificial ha redundado en la complacencia y la comodidad de ser evaluados por empleadores que están tan en blanco como ellos. Claro que hay excepciones, pero lamentablemente no es la mayoría.

En el presente es muy posible localizar tesis de graduación que son un remedo calcado de trabajos más serios. Publicaciones que han sido alabadas por sus censores y difundidas como aportes en diferentes tópicos.

El poco entendimiento que estos pseudoprofesionales poseen de la cultura y la formación, pertenecen al bloque que se decanta por cerrar bibliotecas y mandarlas a reciclaje. No aprendieron a leer y nunca van a discernir el poco respeto a este tipo de centros de formación.

Cortesía: Guillermo Monsanto

Regresando a los archivos en línea, que siempre son útiles, pueden ser tomados muchas veces como una primera referencia a cotejar con otras fuentes. Una investigación no se puede hacer sin que se maticen los contenidos y se pueda sacar conclusiones y observaciones de ellos. No se puede ejercer como periodista de opinión, por ejemplo, si no se tiene a mano la documentación que les dé solidez a sus opiniones.

En mi caso, he dedicado los últimos 36 años a rescatar lo que muchos consideran la basura de sus abuelos.

En otras palabras, recopilar papeles, catálogos, libros, notas de prensa, compendios y publicaciones raras que he podido compartir con mis lectores.

Cuando he seguido fuentes confusas no me ha quedado más que indicar qué material viene de qué autor. Un trabajo apasionante que considero un privilegio ejercer.

Recuerde, no hay dato que no sea útil para empezar una investigación. Hay muchas bibliotecas, especialmente las del Banco de Guatemala y la de la Academia de Geografía e Historia, que guardan un conocimiento invaluable.

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Pero, ¿pasa lo mismo con otras plataformas que han sido mal alimentadas con información apócrifa? No hace mucho fui invitado a la revisión de un seminario de estudiantes de quinto bachillerato y me quedé congelado debido a que el trabajo no solo era un plagio en su totalidad si no que, además, estaba plagado de incongruencias y datos falsos.

Lo más alarmante es que luego de mi dictamen, me dieron las gracias y promovieron a los muchachos.
Uno de los problemas que tienen los jóvenes profesionales que salen al mercado laboral es que no poseen recursos que se traduzcan en sustancia.

La facilidad que les ha brindado la internet y la inteligencia artificial ha redundado en la complacencia y la comodidad de ser evaluados por empleadores que están tan en blanco como ellos. Claro que hay excepciones, pero lamentablemente no es la mayoría.

En el presente es muy posible localizar tesis de graduación que son un remedo calcado de trabajos más serios. Publicaciones que han sido alabadas por sus censores y difundidas como aportes en diferentes tópicos.

El poco entendimiento que estos pseudoprofesionales poseen de la cultura y la formación, pertenecen al bloque que se decanta por cerrar bibliotecas y mandarlas a reciclaje. No aprendieron a leer y nunca van a discernir el poco respeto a este tipo de centros de formación.

Cortesía: Guillermo Monsanto

Regresando a los archivos en línea, que siempre son útiles, pueden ser tomados muchas veces como una primera referencia a cotejar con otras fuentes. Una investigación no se puede hacer sin que se maticen los contenidos y se pueda sacar conclusiones y observaciones de ellos. No se puede ejercer como periodista de opinión, por ejemplo, si no se tiene a mano la documentación que les dé solidez a sus opiniones.

En mi caso, he dedicado los últimos 36 años a rescatar lo que muchos consideran la basura de sus abuelos.

En otras palabras, recopilar papeles, catálogos, libros, notas de prensa, compendios y publicaciones raras que he podido compartir con mis lectores.

Cuando he seguido fuentes confusas no me ha quedado más que indicar qué material viene de qué autor. Un trabajo apasionante que considero un privilegio ejercer.

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