Frank Gálvez
Locutor y Periodista
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Se habla de que más del 95 por ciento de la población mundial tiene problemas de salud, donde en muchos casos hay personas con hasta cinco enfermedades simultáneas. Un día cualquiera, todos nos podemos contar en ese número.
Para ese entonces, debemos reflexionar en que el sufrimiento tiene otras proyecciones que no debemos pasar por alto. Patricia Ann Davis es una actriz y escritora estadounidense, hija del expresidente estadounidense Ronald Reagan. Ella nos indica al respecto: “Una cosa es mostrar tu amor por alguien cuando todo va bien y la vida transcurre tranquila. Pero cuando la parte de “en la salud y la enfermedad” entra en acción y el sufrimiento entra en sus vidas, todo se pone a prueba.
Nuestra resiliencia es puesta a prueba”. Los padecimientos nos iluminan el misterio de nuestro futuro; nos recuerdan lo temporal de nuestra existencia. Nos humillan y nos sitúan en la verdad de lo que somos y nos dejan confiados en las manos de Dios.
”La salud no se valora hasta que llega la enfermedad“ (Thomas Fuller).
¿Por qué con la buena salud habrá tanto individuo altivo y opresor, cuando hemos de acabar como pacientes que imploran piedad y suscitan compasión? ¿Por qué tanto egoísmo y avaricia, cuando hemos de acabar entregados a los que caritativamente nos sostengan y ayuden en nuestros peores momentos? El traductor, teólogo y reformador inglés John Wyclif dijo una vez que debemos “visitar a los que están enfermos o en problemas, especialmente a aquellos a quienes Dios ha hecho necesitados por la edad o por otras enfermedades, como los débiles, los ciegos y los que están en la pobreza.
A estos los aliviaremos con nuestros bienes según nuestras fuerzas y según sus necesidades”. La enfermedad nos acerca al Altísimo, pues el único con quien nos vamos a quedar, y de quien recibiremos para siempre amor y dicha. Para concluir la columna de esta semana les quiero dejar con una meditación del genial Martin Luther King Jr.: “Estamos atrapados en una red ineludible de mutualidad.
Lo que afecta a uno directamente, afecta a todos indirectamente. Mientras haya pobreza en este mundo, ningún hombre puede ser totalmente rico. Mientras las enfermedades sigan proliferando y millones de personas no puedan esperar vivir más de veinte o treinta años más, ningún hombre puede estar totalmente sano.
Por extraño que parezca, nunca podré ser lo que debería ser hasta que tú seas lo que deberías ser. Nunca podrás ser lo que deberías ser hasta que yo sea lo que debería ser”. Meditemos en esto y pongamos de nuestra parte para aliviar el sufrimiento ajeno.