Frank Gálvez
Locutor y Periodista
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Acausa de la erosión, los efectos del paso del tiempo y la contaminación -entre otros factores-, se halla en peligro Chan Chan, sede central del imperio precolombino peruano Chimú, que es sin duda la mayor ciudad en el mundo construida con adobe. La formación de esta ciudad, una de las más importantes de la América precolombina, es el resultado de una rigurosa estrategia política y social, patentizada por su división en nueve ciudadelas que forman módulos autónomos. Dentro de su arquitectura destaca una gran pirámide escalonada de pasillos largos y entradas pequeñas, con muros de hasta 26 metros.
Los chimúes constituyeron un poderoso Estado durante el período intermedio tardío que tuvo su apogeo ente los años 1370 y 1470 d. C., siendo luego conquistado por el Imperio Inca como parte de la expansión del rey inca Pachacútec. Durante aquel período, el reino chimú alcanzó su máxima extensión territorial y controló diversas culturas y señoríos costeros, respetando sus características culturales y económicas, pero centralizando la administración. El Imperio Chimú se extendió desde la actual frontera del Perú con el Ecuador hasta lo que hoy es la ciudad de Lima.
”El Perú, como el Aleph de Borges, es en pequeño formato el mundo entero“ (Mario Vargas Llosa).
Algunos historiadores suponen que procedían de nuestras tierras centroamericanas, y otros los creen originarios de Asia, y más concretamente de Japón, llegando a los litorales americanos por mar, estableciéndose finalmente en la costa al norte del río Rímac desde los años 1000 a 1450. Poseían una organización política y social de gran fuerza y cohesión. Llegaron a poseer una civilización muy adelantada, erigiendo grandes acueductos para llevar el agua desde los Andes hasta la zona desértica en la que se habían instalado.
Según afirmaba Pablo Macera Dall’Orso, historiador y político peruano, los chimúes llegaron a diseñar una especie de telefonía, con el que su emperador, el Gran Chimú, podía comunicarse desde sus habitaciones con otras dependencias de palacio. Veneraban la luna, pues creían que influía en el crecimiento de la marea y las plantas y además servía como ábaco de tiempo; también pensaban que las almas de las personas al morir iban hacia el borde del mar en donde los leones marinos las trajinaban hasta las islas para su descanso eterno. Por todo esto, en 1986 la Unesco incluyo en su Lista del Patrimonio de la Humanidad en peligro a la zona arqueológica Chan Chan, gracias a que representa una obra maestra del genio creador humano y aporta un testimonio excepcional sobre una civilización eclipsada.
