viernes , 22 noviembre 2024
Inicio ¡Cuas Victoria!

¡Cuas Victoria!

Dr. Jorge Antonio Ortega G.

[email protected]

En el siglo pasado, un concepto femenino marcó la diferencia entre la derrota y la victoria. Un aliento de compañía necesario para los guatemaltecos de uniforme que se debatían en el campo de batalla. La asistencia espiritual para ellos desapareció debido a la incursión de la iglesia en la confrontación ideológica del momento, una situación muy compleja e innecesaria.

El brazo armado del Estado guatemalteco, en cumplimiento a la misión constitucional, se enfrentó a la amenaza existente de tomar el poder a través de las armas. Los oponentes de la democracia se diversificaron en cuatro organizaciones clandestinas y llevaron la confrontación a todos los rincones del territorio nacional.

Dentro de las diversas actividades de mayor éxito que hoy se analizan por sus excelentes resultados se pude mencionar la generación del acompañamiento de la mujer guatemalteca a las tropas en todos sus grados en el Conflicto Armado Interno (CAIn), la ¡Cuas Victoria! Tres guatemaltecas asumieron el reto de mantener la moral del estamento militar por medio de correspondencia, mensajes de videos y visitas a las áreas de operaciones.

Es necesario aclarar primero que Cuas significa: sombra o compañero inseparable, en segunda instancia, que cada una de ellas se desempeñó en determinada etapa del conflicto, pero fue un asunto cronológico de largo aliento que permitió mantener el ánimo y la moral de los combatientes en los días complejos como las fiestas de fin de año, cumpleaños, nacimiento de hijos, fallecimiento de progenitores o de miembros de las unidades militares.

Un trabajo arduo, de mucho detalle, para llegar en el momento propicio hasta la última trinchera o en primera fila de la ofensiva, la Cuas Victoria siempre llegó dando el aliento necesario para continuar cumpliendo la misión con decisión y fuerza, eliminando cualquier pensamiento de derrota, evitando las deserciones y proponiendo siempre la victoria como opción, la cual no tiene sustituto. 

Debido a muchas circunstancias, el trabajo de estas tres mujeres guatemaltecas nunca fue reconocido, talvez por lo intangible de su misión, pero hoy me hago portador del agradecimiento infinito por su amor a Guatemala, esa Guatemala libre por la cual luchamos, por esa Guatemala a la que ustedes en su momento dieron lo mejor de cada una para fortalecer la defensa de nuestra amada patria. 

¡Gracias!, por el acompañamiento a las familias en los funerales de nuestros héroes que fallecieron en el cumplimiento de su deber, el de defender a la patria. ¡Gracias por esa tarea tan dolorosa! En igual forma por la asistencia a nuestros heridos en combate en su recuperación, y por el apoyo dado a los que quedaron inválidos, asimismo a los veteranos que recibieron el agradecimiento por su tiempo de servicio a la patria en cumplimiento a la Constitución Política. ¡Gracias!, su trabajo en el esfuerzo de mantener libre a Guatemala es invaluable, pero hoy, aprovechando que las tres están vivas, quiero reconocer su labor que trascendió en el tiempo, las fronteras, y que aún se encuentra en los corazones de los hombres y mujeres de uniforme que enfrentamos al adversario del Estado guatemalteco. 

Su desempeño fue espectacular, a pesar de que no se pueda cuantificar según los críticos de aquellos días, pero los resultados están a la vista y son tangibles e innegables. Los tiempos y las amenazas han cambiado enormemente, pero todo gira en torno al ser humano, a sus creencias, sus deseos, sus ilusiones y, sobre todo, a la motivación por alcanzarlos.

Es indiscutible que la Cuas Victoria cumplió su misión a cabalidad en medio de la incertidumbre del combate, su presencia en la mente y corazón de los soldados hizo posible ganar la batalla del día a día. Gracias, ¡mil gracias!, por esa entrega total e incondicional, por esos miles de cartas individuales, mensajes en video y visitas a nuestros compatriotas que nos defendieron de la amenaza que hizo que Centroamérica fuera un punto caliente dentro de la dinámica de la Guerra Fría. 

¡Gracias!, a esas tres guatemaltecas comprometidas hasta el tuétano con la libertad de Guatemala.  Reitero el agradecimiento hoy y siempre de todos, ¡Cuas Victoria!

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En el siglo pasado, un concepto femenino marcó la diferencia entre la derrota y la victoria. Un aliento de compañía necesario para los guatemaltecos de uniforme que se debatían en el campo de batalla. La asistencia espiritual para ellos desapareció debido a la incursión de la iglesia en la confrontación ideológica del momento, una situación muy compleja e innecesaria.

El brazo armado del Estado guatemalteco, en cumplimiento a la misión constitucional, se enfrentó a la amenaza existente de tomar el poder a través de las armas. Los oponentes de la democracia se diversificaron en cuatro organizaciones clandestinas y llevaron la confrontación a todos los rincones del territorio nacional.

Dentro de las diversas actividades de mayor éxito que hoy se analizan por sus excelentes resultados se pude mencionar la generación del acompañamiento de la mujer guatemalteca a las tropas en todos sus grados en el Conflicto Armado Interno (CAIn), la ¡Cuas Victoria! Tres guatemaltecas asumieron el reto de mantener la moral del estamento militar por medio de correspondencia, mensajes de videos y visitas a las áreas de operaciones.

Es necesario aclarar primero que Cuas significa: sombra o compañero inseparable, en segunda instancia, que cada una de ellas se desempeñó en determinada etapa del conflicto, pero fue un asunto cronológico de largo aliento que permitió mantener el ánimo y la moral de los combatientes en los días complejos como las fiestas de fin de año, cumpleaños, nacimiento de hijos, fallecimiento de progenitores o de miembros de las unidades militares.

Un trabajo arduo, de mucho detalle, para llegar en el momento propicio hasta la última trinchera o en primera fila de la ofensiva, la Cuas Victoria siempre llegó dando el aliento necesario para continuar cumpliendo la misión con decisión y fuerza, eliminando cualquier pensamiento de derrota, evitando las deserciones y proponiendo siempre la victoria como opción, la cual no tiene sustituto. 

Debido a muchas circunstancias, el trabajo de estas tres mujeres guatemaltecas nunca fue reconocido, talvez por lo intangible de su misión, pero hoy me hago portador del agradecimiento infinito por su amor a Guatemala, esa Guatemala libre por la cual luchamos, por esa Guatemala a la que ustedes en su momento dieron lo mejor de cada una para fortalecer la defensa de nuestra amada patria. 

¡Gracias!, por el acompañamiento a las familias en los funerales de nuestros héroes que fallecieron en el cumplimiento de su deber, el de defender a la patria. ¡Gracias por esa tarea tan dolorosa! En igual forma por la asistencia a nuestros heridos en combate en su recuperación, y por el apoyo dado a los que quedaron inválidos, asimismo a los veteranos que recibieron el agradecimiento por su tiempo de servicio a la patria en cumplimiento a la Constitución Política. ¡Gracias!, su trabajo en el esfuerzo de mantener libre a Guatemala es invaluable, pero hoy, aprovechando que las tres están vivas, quiero reconocer su labor que trascendió en el tiempo, las fronteras, y que aún se encuentra en los corazones de los hombres y mujeres de uniforme que enfrentamos al adversario del Estado guatemalteco. 

Su desempeño fue espectacular, a pesar de que no se pueda cuantificar según los críticos de aquellos días, pero los resultados están a la vista y son tangibles e innegables. Los tiempos y las amenazas han cambiado enormemente, pero todo gira en torno al ser humano, a sus creencias, sus deseos, sus ilusiones y, sobre todo, a la motivación por alcanzarlos.

Es indiscutible que la Cuas Victoria cumplió su misión a cabalidad en medio de la incertidumbre del combate, su presencia en la mente y corazón de los soldados hizo posible ganar la batalla del día a día. Gracias, ¡mil gracias!, por esa entrega total e incondicional, por esos miles de cartas individuales, mensajes en video y visitas a nuestros compatriotas que nos defendieron de la amenaza que hizo que Centroamérica fuera un punto caliente dentro de la dinámica de la Guerra Fría. 

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