Dr. Jorge Antonio Ortega G.
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El miércoles 2 de agosto, recién se conmemoró el Día de la Dignidad Nacional, evento de nuestro pasado que dignificó al Ejército de Guatemala, a los guatemaltecos y que enlutó a varias familias de nuestro país. Fue un acto que exigió a los protagonistas de primera línea actuar con valor y decisión.
Los cadetes de tres promociones empuñaron las armas con un solo ideal, el amor a la patria y la defensa de su dignidad. Se enfrentaron en combate a un ejército invasor, en los campos del Roosevelt, la madrugada del 2 de agosto de 1954.
Fueron innumerables eventos los que, concatenados, permitieron la victoria de la compañía de Caballeros Cadetes contra las unidades del Ejército de la Liberación Nacional, que enarbolaba la derrota del comunismo en el suelo patrio aunque la realidad era otra, la usurpación del poder por los intereses económicos del norte de América los cuales patrocinaron la invasión, desacreditaron al gobierno del momento a través de una campaña mediática, además del acompañamiento de la Iglesia que, desde el púlpito, incitaba a los connacionales a sumarse al esfuerzo por evitar el ateísmo.
”En Guatemala, los héroes tienen 15 años“ (Carlos Wer).
Las acciones de la guerra psicológica, como la radio clandestina de la Liberación que pregonaba las victorias inexistentes y el avance de la fuerza invasora desde el oriente del país, convencieron al presidente a renunciar y de esa forma evitar mayor derramamiento de sangre innecesaria, y la devastación que conlleva la confrontación.
Luego del ingreso del Ejército de la Liberación, se llevó a cabo el Desfile de la Victoria, en el cual participaron las dos fuerzas confrontadas como un símbolo de unificación y de haber logrado derrotar al
comunismo.
Se desarrollaron los actos protocolarios en el Campo de Marte, en los que fueron condecorados los pabellones de los dos ejércitos y un grupo de oficiales, en presencia de las autoridades nacionales y de los representantes de las naciones acreditadas en Guatemala. El acto final lo constituyó el abrazo entre un soldado y un miembro de la fuerza invasora.
Esta afrenta cometida contra la patria y sus soldados bastó para que los cadetes tomaran la decisión de enfrentar el reto de dignificar a Guatemala, a los guatemaltecos y a su Ejército. La gesta de la compañía de Caballeros Cadetes fue debidamente preparada con la rapidez necesaria, aprovechando que la fuerza invasora se acantonó en el edificio en construcción del Hospital Roosevelt.
Los acontecimientos de la madrugada de aquel segundo día de agosto fueron cubiertos por la oscuridad, el sigilo y la sincronización de los politécnicos que, en menos de 30 minutos, tomaron las instalaciones de la Escuela Politécnica y neutralizaron a los medios de comunicación hacia el exterior, detuvieron al director y a oficiales de servicio en la Sala de Banderas, violentaron la armería y tomaron los vehículos que los llevaron al combate y a las páginas de oro de la historia patria.
En toda confrontación militar la muerte se entroniza, se hace dueña y señora de la situación, y los cadetes pagaron su cuota. Fallecieron en el campo de batalla el sargento segundo Jorge Luis Araneda Castillo; cabo Luis Antonio Bosch Castro; caballero cadete Carlos Enrique Hurtarte Coronado y el soldado de segunda Lázaro A. Yucuté. Vidas ofrendadas por la dignidad de Guatemala. Héroes de 15 años que entregaron su sangre por el honor a la patria frente a una fuerza usurpadora.
Debieron pasar muchos años, más de los necesarios, para que fuera reconocido este acto de valentía de los cadetes caídos en combate. El 2 de agosto de 1995, el presidente Ramiro de León Carpio les otorgó la Orden del Quetzal (póstuma) en una ceremonia en el Palacio Nacional. El 10 de diciembre de 1997, el Congreso de la República de Guatemala emitió el Decreto Legislativo 134-97, por el cual se declaró el día 2 de agosto como el Día de la Dignidad Nacional, en reconocimiento a la heroica gesta de la compañía de Caballeros Cadetes en esa fecha de 1954.