Fotos: Archivo DCA
Fue un día nublado, las fiestas religiosas se amenizaban con ansias en las tranquilas comunidades de las faldas del volcán de Fuego. Nadie imaginaba que esa mañana Guatemala viviría una de las tragedias más dolorosas en la historia reciente. Hoy, seis años después, el recuerdo sigue vivo.
Primeras alarmas
Alrededor de las 10:30, el cielo comenzó a teñirse de gris y un estruendo profundo anunció el despertar furioso del coloso, que durante semanas había mostrado signos de actividad.
La magnitud de la erupción tomó por sorpresa a todos. En cuestión de minutos, una nube densa de ceniza se elevó a varios kilómetros de altura, oscureció el cielo y cubrió las comunidades en una penumbra apocalíptica. La alerta por cuerpos de socorros fue emitida inmediatamente, pero para muchos fue demasiado tarde.
Fuerza destructiva
A medida que avanzaron las horas, la explosión se intensificó y flujos piroclásticos descendieron rápidamente por las laderas del volcán. San Miguel Los Lotes, en Escuintla, fue una de las aldeas más afectadas. La avalancha de material ardiente arrasó con todo y dejó como resultado una escena de devastación total.
Siniestro panorama
Las imágenes, que medios de comunicación y usuarios en redes sociales compartieron en el instante, reflejaban escenas desgarradoras, casas sepultadas bajo cenizas, calles desiertas y lamentos desesperados. Equipos de rescate arriesgaron sus vidas entre los escombros en busca de sobrevivientes. El silencio funesto solo se interrumpía por gritos de auxilio y llantos por seres queridos desaparecidos.
Pérdidas humanas
El saldo de la tragedia fue devastador. Más de 215 personas perdieron la vida y una cifra similar se reportó como desaparecida. Familias enteras fueron borradas del mapa y las que sobrevivieron se enfrentaron a un futuro incierto, ya que no solo perdieron sus hogares, sino también sus medios de vida.
Respuesta solidaria
En medio del desastre, emergió la solidaridad del pueblo guatemalteco. Voluntarios de todas partes del país llegaron para ayudar en las labores de rescate y asistencia. La comunidad internacional también respondió a través de ayuda humanitaria y apoyo técnico. Se establecieron albergues temporales y se distribuyeron alimentos, ropa y medicinas.
Lecciones y esperanza
Seis años después de aquel fatídico 3 de junio, la tragedia del volcán de Fuego sigue como un recordatorio de la fuerza destructiva de la naturaleza y de la vulnerabilidad de los humanos ante los desastres naturales.