Damas atractivas forman parte de la estrategia de la Mara Salvatrucha y el Barrio 18 para adueñarse de residencias, las cuales utilizan para vivir o como de centro de operación.
En primera instancia, los pandilleros estudian el sector que les es más útil para sus objetivos. Regularmente, son zonas populares y poco protegidas, fáciles de controlar.
De acuerdo con Juan Francisco Cisneros, asesor del Ministerio de Gobernación (Mingob), y Froy Cuxún, subcomisario de la División Nacional contra el Desarrollo Criminal de las Pandillas (Dipanda), de la Policía Nacional Civil (PNC), el siguiente paso corresponde a las mujeres.
Ellas son las que negocian los alquileres en nombre de supuestos familiares o conocidos. Normalmente, los acuerdos entre presuntos inquilinos y propietarios son verbales, los que se respetan por un corto período de tiempo, hasta que los delincuentes deciden tomar el inmueble.
Para apropiarse de las casas, los malhechores efectúan el tercer paso: caen en impagos y amenazan al arrendatario, a sus hijos y esposa, a quienes exigen que abandonen la vivienda, previa advertencia de que una eventual denuncia les traerá consecuencias.
“Las invasiones suelen ocurrir en todo el país, pero se manifiestan más en zonas vulnerables”, explicó Cisneros, quien reitera que “prefieren establecerse en espacios aislados, donde el control de seguridad es mínimo y no los monitorean fácilmente”.
Por su parte, Cuxún detalla que las zonas 6, 18 y 24 de la ciudad capital, así como los municipios de San Pedro Ayampuc, Mixco, Villa Nueva y Chinautla, Guatemala, son los lugares con mayor incidencia.
Para protegerse de estos fraudes, las autoridades recomiendan verificar, exhaustivamente, a los inquilinos potenciales y legalizar los contratos de arrendamiento. Es crucial estar atentos a cualquier comportamiento sospechoso y reportarlo, inmediatamente, a la PNC, manifesta el entrevistado.
“La colaboración entre comunidad y fuerzas pública es esencial para prevenir y combatir este tipo de delitos”, concluye el experto.