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En las últimas dos semanas la cotización del euro frente al dólar alcanzó un nivel de paridad entre las dos monedas, un efecto que ya se había producido en 2002, lo que, según expertos consultados, a corto plazo no representa un problema para la economía nacional.
El analista del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), Abelardo Medina, considera que en un futuro inmediato no podría haber una consecuencia, ya que en la mayor parte de las transacciones que realiza el país con Estados Unidos se utiliza el dólar como dinero de referencia.
Además, gran parte de las remesas que se reciben son en moneda
estadounidense, explicó.
Por otro lado, resaltó que, en el mediano y largo plazo, sí podría tener algún efecto porque “los productos de facto están dolarizados y eso provocaría el encarecimiento y, con ello, producir una disminución de las ventas a Europa, así como del flujo de turistas de ese continente. No obstante, lo anterior sucedería de mantenerse la trayectoria. En cuanto a las transacciones financieras no observo ninguna repercusión real”.
“Puede ser un efecto de la respuesta que ha tenido que
dar la Reserva Federal del país estadounidense.” David Casasola Analista del CIEN
En tanto, David Casasola, del Centro de Investigaciones Económicas Nacionales (CIEN), señaló que, en términos generales, no es algo dramático, sino es una señal de las expectativas y una forma de reaccionar a los incrementos en los precios y el conflicto entre Rusia y Ucrania, así como EE. UU. y la Unión Europea (UE).
“Lo que se empieza a mostrar es que las expectativas son un poco más negativas para Europa que para EE. UU., y a ello se debe que el dólar se haya fortalecido. Además, puede ser un efecto de la respuesta que ha tenido que dar la Reserva Federal del país norteamericano, en aumentar las tasas de interés; mientras, es algo que todavía están a punto de hacer en el Banco Central de la UE”, refirió el entrevistado.
De acuerdo con la Agencia de noticias Efe, el pasado 12 de julio el euro tocó la paridad con el dólar, en medio de un contexto de temor a una recesión económica ante las sucesivas subidas de tipos de interés, que llevan a cabo los bancos centrales para hacer frente a la escalada de la inflación. Aunado a ello, las preocupaciones energéticas impulsadas por la guerra de Ucrania pesan sobre la eurozona.