Guillermo Monsanto
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Foto: Cortesía Guillermo Monsanto
Creo, sin lugar a duda, que el sueño de cualquier empresario que se dedique a las artes escénicas es tener su propio espacio expresivo. Luis Román -actor, director y productor- y Milton González -actor, dramaturgo y director- proponen desde lo que reluce como una positiva alternativa: el Teatro de Thriambos.
La sala, que me recuerda al desaparecido Teatro del Puente, es acogedora y funcional. Se presta para explorar. Algo que es difícil en otros escenarios por los limitados ensayos que asignan. De allí que tanto Román como González están a sus anchas para proponer encuentros. A ello se suma que las compañías artesanales pueden trabajar con más comodidad. El espacio otorga una comunión artista-visitante.
Además de estar localizado en Unicentro, por lo que no hay competencia auditiva con la calle, es seguro ya que tiene un parqueo gratuito para los asistentes. Yo lo visité el pasado sábado para ver Las reinas del Orinoco y aprecié mucho no salir a la calle. Un plus que no todas las salas pueden ofrecer. ¿Cómo hablar de una obra sin caer en el territorio de spoiler? Puedo decir que el trabajo es atrevido y uno de sus valores más destacables es la valentía de abordar el libreto desde la perspectiva que González le insufló a la obra de Emilio Carballido.
La valentía de abordar un libreto de otra forma.
La gente conservadora suele desacreditar esfuerzos como este, ya que se queda en la superficie sin entender el contenido conceptual del trabajo artístico. La inclusión de las tres protagonistas que dan igual número de llamadas del primero y segundo acto, el rompimiento de la cuarta pared y, finalmente, los ocurrentes entremeses adicionan simpatía a la inteligente propuesta. En este caso Jennifer Alexandra, Gabriela Grijalva y Andrea Ramírez, se pondera la frescura y calidez. Hay que resaltar la potente y seductora voz de Ramírez.
El resto del elenco lo componen Bitty Herrera, Erick Frías, Bryan Lemus y Fernanda Sesam. Todos, desarrollando sus personajes en una conexión más que particular. Tanto Herrera como Sesam conectan con el público desde su feminidad y el repertorio emocional que esto implica. Me parece recordar que la primera fue dirigida en el mismo rol por Javier Pacheco y tuvo que romper con la impronta dramática característica del desaparecido director.
Erick Frías y Bryan Lemus son dos enormes y gratas sorpresas -y no es porque no sean conocidos y no posean una más apreciable trayectoria-. Lo que hace interesante su participación gira en torno al proceso que tuvieron que enfrentar para sacar a flote, con elegancia y sin parodiar, sus personajes. Frías, a quien he visto en infinidad de obras, es versátil y definitivamente actor de método.
Y Lemus un creador escénico que hay que tomar en cuenta porque viene con fuerza. Quedan tres funciones y quizás no debería perderse la experiencia. No puedo dejar de mencionar el tesón con que Román ha luchado por cumplir sus metas. Felicitaciones.