Foto: Cortesía Conadi
El 12 de abril de 2003, Osman Caal contrajo matrimonio con la mujer que llevaba en su vientre a su primer hijo. Sin embargo, cuatro días después, durante el Miércoles Santo de aquel año, un accidente le cambió la vida.
A sus 41 años, Osman recuerda aquella trágica fecha, cuando viajaba junto a su esposa, con cuatro meses de gestación, sus padres y un sobrino, hacia Suchitepéquez, momento en el que un conductor rebasó en una curva contra la vía y lo chocó de frente.
Él fue el más afectado. Sufrió fractura por explosión T11, la cual es la peor en el área de la columna vertebral, y tuvo una lesión medular llamada Frankel A, que lo llevó a someterse a cirugía y a distintas terapias de rehabilitación.
El 5 de agosto de 2003, los médicos le indicaron que tenía “muerto” del pecho hacia abajo, por lo que regresó devastado a su casa. Pero, ese mismo día ,su esposa empezó con dolores de parto y 24 horas después nació su hijo.
“La llegada de mi primer hijo me dio un cambio drástico, tras la noticia de mi lesión. Me devolvió la vida. Un hijo es una bendición, es un aliento que cualquiera que es padre lo entiende”, cuenta.
Desde un comienzo, cuando perdió la sensibilidad en más de dos terceras partes del cuerpo, comenzó con terapias, hidroterapias, acupuntura, entre otros tratamientos. Recuperó la sensibilidad hasta la cintura, incluso algo de movimiento en su pierna izquierda.
La imposibilidad de seguir administrando la carpintería de su padre, decepciones laborales y ya no ser la persona que era antes llevaron a Osman a una depresión que duró 7 años, hasta que dijo
“ya no más”.
“Mis hijos son mi motor. Trato la manera de darles lo que puedo.” Osman Caal Padre de familia
Luego de descargar su ira golpeando la cama con un bate y tras gritar pidiéndole ayuda a Dios para salir de esa situación, se encontró con un amigo que buscaba un diseñador, lo que le permitió empezar su emprendimiento.
Ahora, con tres hijos, el varón de 18 y dos niñas de 10 y 5, es diseñador gráfico y trabaja desde casa con clientes que venden papelería en imprentas y con otros a quienes les hace publicidad para redes sociales, con lo que ha sacado adelante a su familia.