Guillermo Monsanto
Despedirse de una persona como don Enrique es triste. Bueno, cálido, ingenioso y único son algunos calificativos que lo definieron como ser humano. Se fue don Quique y se lleva con él el cariño y amor de muchas personas. En el ámbito íntimo se le conoció por ser un buen amigo y en el profesional por una creatividad que fluyó en las artes escénicas (música culta) y las visuales. A ello se suma que fue un gran investigador que publicó innumerables documentos y libros.
Enrique Anleu nació un 7 de junio en la ciudad de Guatemala. Sus estudios artísticos los inició en la Escuela Nacional de Artes Plásticas con maestros como Enrique de León Cabrera, Dagoberto Vásquez Castañeda, Roberto González Goyri, Rodolfo Abularach y Víctor Manuel Aragón.
El primer momento emergente, que se da en el marco de la contrarrevolución, marcó especialmente a él y a sus condiscípulos. Como movimiento político impuesto, dijo Anleu en 1999, vino a tratar de cambiar por la fuerza el pensamiento intelectual artístico en los centros educativos.
La resonancia del Taller Libre de Grabado (1952-1954), la producción gráfica superviviente de preeminencia social izquierdista y la manifiesta represión, fueron el acicate que los motivo a indagar temáticas prohibidas. Y ese fue el comienzo de su obra política y su relación con El círculo Valenti a principios de los años sesenta y más adelante con los Vértebra a finales del decenio.
Junto con Elmar René Rojas, César Izquierdo y Ramón Ávila, principalmente, dieron paso a las expresiones informalistas (llamadas en aquel momento experimentales). Estas abstracciones, confeccionadas con elementos matéricos, fluyeron a la par de otras exploraciones entre las que relucen el dibujo y la acuarela.
Es importante en buena parte de su producción el diálogo con los glifos y números mayas, los que aparecen en varios de sus dibujos a tinta, a base de achurados expresionistas a mano alzada. Estos fueron sublimados, en palabras de Anleu, de una manera estética, no histórica documental… por lo tanto las imágenes resultantes buscaban su razón de ser no en su origen como símbolo si no en su calidad representativa como parte de una nueva plástica coherente entre lo contemporáneo y lo maya (1999).
También, son importantes sus dibujos políticos en los que narró las historias de horror que vivieron los militantes de izquierda. Roberto Cabrera se refirió como antecedentes en la obra de Anleu y, la de sus compañeros generacionales, desde la tendencia abstracta de Carlos Mérida hasta los movimientos (también internacionales) como el replanteamiento del lenguaje surrealista -con reestructuraciones picassianas-; el arte de la posguerra, el figurativismo informalista y otras influencias trasmitidas a través de las ideas de Arturo Martínez, entre otras tantas referencias… (continúa).