sábado , 23 noviembre 2024
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Una tradición que se hereda

A continuación, dos historias en las que sus protagonistas narran cómo surgió su devoción y deseo por cargar las procesiones desde su infancia hasta la actualidad.

Desde niño le despertó el interés por una de las actividades religiosas más importantes de Cuaresma y Semana Santa: las procesiones. Influenciado por su abuelo, Henry Gómez, quien le regaló un CD con marchas fúnebres y videos, Emiliano Taquirá se convirtió en uno de los devotos más fervientes de la familia.

Claudia Gómez, madre de Taquirá, relató que desde los 4 años su hijo armaba las alfombras con diferentes materiales; con los bancos que había en la casa simulaba andas procesionales, las cargaba e invitaba a la familia a participar en su ceremonia.

“Al inicio creímos que era solo un pasatiempo, pero luego lo vimos más serio, así que nos involucramos para saber los procesos de obtener los turnos para los niños”, dijo Gómez.

La primera procesión infantil que cargó fue la de Jesús Nazareno de la Catedral Metropolitana de la capital, que sale el Tercer Domingo de Cuaresma.

Desde entonces, ha llevado sobre sus hombros las imágenes de los nazarenos de las iglesias de Candelaria, La Merced y Santo Domingo. También, las de la Santísima Virgen, María Magdalena y San Juan.

Emiliano, ahora de 19 años, recuerda con precisión las primeras marchas que lo acompañaron, que fueron Fuente de vida eterna, de Héctor Alfredo Gómez, y Bálsamo es tu nombre, de Fabián Rojo Chacón.

“Llevar la imagen, ya sea de la Virgen María, Jesús Nazareno o los acompañantes, es una experiencia bonita que acerca a Dios. Es una forma que Él nos dice que siempre está ahí para nosotros”, expresó Taquirá.

Asimismo, el joven devoto colecciona revistas, discos de marchas fúnebres y junto a dos amigos creó Estampas Cuaresmales GT, que está en todas las redes sociales, en donde publica recorridos y fotografías.

Cortesía: Emiliano Taquirá

Desde los 5 años traía el deseo de ser cucurucho, gracias también a la devoción que le inculcó su abuela Ofelia Castillo, que lo llevó a la parroquia Nuestra Señora de Candelaria.

“Ella sembró esa semilla en mí, de presentarme con Jesús de Candelaria, a quien le sigo sirviendo hasta la fecha”, manifestó Jáuregui.

A los 14, cargó por primera vez el cortejo procesional infantil y así continuó hasta formar parte de la hermandad de la iglesia mencionada.

Marcos, su sobrino, actualmente sigue sus pasos, ya que lo ha llevado a las procesiones infantiles de diferentes templos de la capital y lo acompaña a las actividades.

“Una de las experiencias con más fervor para mí es la noche a la víspera del Jueves Santo, porque preparamos muchos detalles. Ser de los primeros que miran y le rezan a Jesús de Candelaria a la medianoche es algo espectacular”, mencionó.

Cortesía: Luis Jáuregui

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“Al inicio creímos que era solo un pasatiempo, pero luego lo vimos más serio, así que nos involucramos para saber los procesos de obtener los turnos para los niños”, dijo Gómez.

La primera procesión infantil que cargó fue la de Jesús Nazareno de la Catedral Metropolitana de la capital, que sale el Tercer Domingo de Cuaresma.

Desde entonces, ha llevado sobre sus hombros las imágenes de los nazarenos de las iglesias de Candelaria, La Merced y Santo Domingo. También, las de la Santísima Virgen, María Magdalena y San Juan.

Emiliano, ahora de 19 años, recuerda con precisión las primeras marchas que lo acompañaron, que fueron Fuente de vida eterna, de Héctor Alfredo Gómez, y Bálsamo es tu nombre, de Fabián Rojo Chacón.

“Llevar la imagen, ya sea de la Virgen María, Jesús Nazareno o los acompañantes, es una experiencia bonita que acerca a Dios. Es una forma que Él nos dice que siempre está ahí para nosotros”, expresó Taquirá.

Asimismo, el joven devoto colecciona revistas, discos de marchas fúnebres y junto a dos amigos creó Estampas Cuaresmales GT, que está en todas las redes sociales, en donde publica recorridos y fotografías.

Cortesía: Emiliano Taquirá

Desde los 5 años traía el deseo de ser cucurucho, gracias también a la devoción que le inculcó su abuela Ofelia Castillo, que lo llevó a la parroquia Nuestra Señora de Candelaria.

“Ella sembró esa semilla en mí, de presentarme con Jesús de Candelaria, a quien le sigo sirviendo hasta la fecha”, manifestó Jáuregui.

A los 14, cargó por primera vez el cortejo procesional infantil y así continuó hasta formar parte de la hermandad de la iglesia mencionada.

Marcos, su sobrino, actualmente sigue sus pasos, ya que lo ha llevado a las procesiones infantiles de diferentes templos de la capital y lo acompaña a las actividades.

“Una de las experiencias con más fervor para mí es la noche a la víspera del Jueves Santo, porque preparamos muchos detalles. Ser de los primeros que miran y le rezan a Jesús de Candelaria a la medianoche es algo espectacular”, mencionó.

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