Jorge Cuadra
Facultad de Artes Liberales
Los agujeros negros son objetos astronómicos que tienen una gravedad enorme. Tan grande, que ni siquiera la luz puede escapar de ellos. La idea de que algo así pudiera existir surgió en el siglo XVIII, y fue refinada a comienzos del XX gracias a la Relatividad General de Einstein; sin embargo, no se consideraba algo realista, sino solo una curiosidad teórica que salía de manipular ecuaciones. Recién en los años ’60 y ‘70, al descubrirse cuásares y estrellas binarias de rayos X, la comunidad científica empezó a convencerse de que sí eran objetos reales, ya que no había otra forma de explicar las observaciones.
¿Cómo es posible ver un agujero negro, si su luz no puede alcanzarnos?
La evidencia de que los agujeros negros sí existen ha seguido acumulándose en las última décadas. Como hitos notables podemos destacar el descubrimiento de estrellas que orbitan alrededor del agujero negro central en nuestra galaxia (Premio Nóbel de Física 2020), y la detección de ondas gravitacionales emitidas por fusiones de agujeros negros (Premio Nóbel 2017).
Pero la prueba más impactante son las imágenes publicadas por el Telescopio del Horizonte de Eventos desde 2019 del agujero negro en la galaxia M87. ¿Cómo es posible ver un agujero negro, si su luz no puede alcanzarnos? Por suerte, el gas caliente que lo rodea sí brilla, y lo que podemos ver es cómo este gas forma un anillo alrededor del agujero, el que aparece como una silueta oscura desde donde no sale luz.
Hoy en día, los agujeros negros son uno de los objetos de estudio más importantes de la astrofísica. Por un lado, las observaciones ya mencionadas nos permiten poner a prueba nuestras ideas sobre la gravedad en las condiciones más extremas.
Hasta ahora, la teoría de Einstein se ha confirmado cada vez más fuertemente. Por otro lado, los agujeros negros supermasivos, que están presentes en los centros de prácticamente todas las galaxias, liberan enormes cantidades de energía mientras consumen gas.
Esto tiene una gran influencia en cómo las galaxias evolucionan, condicionando la formación de estrellas y planetas. Dada la importancia de estos cuerpos celestes, y el gran entusiasmo que despiertan en el público, la NASA estableció hace cinco años la Semana de los Agujeros Negros.