sábado , 23 noviembre 2024
Inicio La generación del 70

La generación del 70

La Pluma Escarlata

Guillermo Monsanto
[email protected]

Hace algunos días, en la elaboración del registro técnico de una pinacoteca particular, me topé con un grupo singular de obras. Todas, adquiridas entre finales de los años 60 y principios de la siguiente década. El coleccionista, quien en ese entonces se interesaba en creaciones de artistas emergentes, se decantó por bocetos, dibujos, grabados, aguadas y xilografías. El resultado redundó en un afortunado encuentro con trabajos esenciales de artistas como Moisés Barrios, los hermanos Schwartz, Erwin Guillermo, Rafael Piedrasanta, Arnoldo Ramírez Amaya y Zipacná de León, entre otros autores activos en aquel momento.

De Moisés Barrios hay dos grabados cuyas características coinciden con la iconografía propuesta por los Vértebra. Ambas piezas, imperativas dentro de su naturaleza expresionista, destacan tanto por la composición como por la temática abordada. Dos poetas (1971) representa los rostros, en primer plano, de personajes antropomorfos atormentados. Extraño accidente (1969), más cercano al imaginario político del período, muestra dos cuerpos en posiciones desmadejadas dentro de una fosa.

Dibujo de Alejandro Urrutia (1963), 31.5 X 23.5 centímetros. Cortesía: Guillermo Monsanto.

De Erwin Guillermo hay varios dibujos que dejan en claro la capacidad que el artista posee con esta técnica. Las figuras femeninas (todas de 1973) son gráciles, armoniosas y espontáneas. Su trazo es ligero y por ende, preciso y puntual. Pesa en este grupo la intención estética de las formas. Rafael Piedrasanta solo está representado por una tinta (1973). Pieza singular por la maestría con la que alcanzó a dominar la plumilla y el valor que le otorgó a la línea.

Sus rayas hienden el papel como si de una placa para grabado se tratara superando con su visión expresiva el paisaje representado al llevarlo a otro nivel. Cerrito del Carmen (1967), de Ingrid Klüssmann, es el único óleo de la colección. Esta vista, realizada con el espíritu de las corrientes académicas, puede lucirse a la par de los lienzos de los mejores paisajistas de la primera época del siglo XX.

Hicieron del dibujo la base de su construcción creativa.

Las estampas abstractas de Ramírez Amaya (1967-1968) contrastan con el irreverente autorretrato de 1973, en el cual se representa desnudo, crucificado, con una corona de espinas y una cola demoníaca. Pareciera que esta generación hizo del dibujo la base de su construcción creativa. Interesante fue encontrar un estudio de Alejandro Urrutia. Este autorretrato de 1967 es el antecedente de otros dos que están en otra colección y que secuencian el proceso del artista.

En este orden entran los dibujos, pinturas y linóleos de Zipacná de León, creados en un lapso que va de 1967 a 1974. Los estudios a crayón de árboles (uno en colores fauves) denotan una mano firme y eficaz. Todo en él es síntesis y, conforme se acerca al 74, va definiendo un estilo que fue perfeccionando hasta el final de su vida. El bodegón (1972), pintado con acrílico sobre papel, es una obra acabada que va más allá del resto de bocetos que acompañan a las obras descritas.

Artículos relacionados

EN EL PAÍS

Rescatan a menores en Quiché

Una denuncia ciudadana permitió que dos menores de edad fueran rescatadas por...

MUNDO

Zelenski cree que hay fuertes posibilidades de un fin de la guerra en 2025

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, cree que hay fuertes posibilidades de...

MUNDO

Intensifican la batalla contra las cárceles para migrantes que Trump planea ampliar

 Ana Milena Varón Grupos civiles se preparan para intensificar la batalla contra...

MUNDO

Las caravanas migrantes se multiplican en la frontera sur de México

Juan Manuel Blanco Las caravanas de migrantes se multiplican en la frontera...

Inicio La generación del 70

La generación del 70

La Pluma Escarlata

Guillermo Monsanto
[email protected]

Hace algunos días, en la elaboración del registro técnico de una pinacoteca particular, me topé con un grupo singular de obras. Todas, adquiridas entre finales de los años 60 y principios de la siguiente década. El coleccionista, quien en ese entonces se interesaba en creaciones de artistas emergentes, se decantó por bocetos, dibujos, grabados, aguadas y xilografías. El resultado redundó en un afortunado encuentro con trabajos esenciales de artistas como Moisés Barrios, los hermanos Schwartz, Erwin Guillermo, Rafael Piedrasanta, Arnoldo Ramírez Amaya y Zipacná de León, entre otros autores activos en aquel momento.

De Moisés Barrios hay dos grabados cuyas características coinciden con la iconografía propuesta por los Vértebra. Ambas piezas, imperativas dentro de su naturaleza expresionista, destacan tanto por la composición como por la temática abordada. Dos poetas (1971) representa los rostros, en primer plano, de personajes antropomorfos atormentados. Extraño accidente (1969), más cercano al imaginario político del período, muestra dos cuerpos en posiciones desmadejadas dentro de una fosa.

Dibujo de Alejandro Urrutia (1963), 31.5 X 23.5 centímetros. Cortesía: Guillermo Monsanto.

De Erwin Guillermo hay varios dibujos que dejan en claro la capacidad que el artista posee con esta técnica. Las figuras femeninas (todas de 1973) son gráciles, armoniosas y espontáneas. Su trazo es ligero y por ende, preciso y puntual. Pesa en este grupo la intención estética de las formas. Rafael Piedrasanta solo está representado por una tinta (1973). Pieza singular por la maestría con la que alcanzó a dominar la plumilla y el valor que le otorgó a la línea.

Sus rayas hienden el papel como si de una placa para grabado se tratara superando con su visión expresiva el paisaje representado al llevarlo a otro nivel. Cerrito del Carmen (1967), de Ingrid Klüssmann, es el único óleo de la colección. Esta vista, realizada con el espíritu de las corrientes académicas, puede lucirse a la par de los lienzos de los mejores paisajistas de la primera época del siglo XX.

Hicieron del dibujo la base de su construcción creativa.

Las estampas abstractas de Ramírez Amaya (1967-1968) contrastan con el irreverente autorretrato de 1973, en el cual se representa desnudo, crucificado, con una corona de espinas y una cola demoníaca. Pareciera que esta generación hizo del dibujo la base de su construcción creativa. Interesante fue encontrar un estudio de Alejandro Urrutia. Este autorretrato de 1967 es el antecedente de otros dos que están en otra colección y que secuencian el proceso del artista.

En este orden entran los dibujos, pinturas y linóleos de Zipacná de León, creados en un lapso que va de 1967 a 1974. Los estudios a crayón de árboles (uno en colores fauves) denotan una mano firme y eficaz. Todo en él es síntesis y, conforme se acerca al 74, va definiendo un estilo que fue perfeccionando hasta el final de su vida. El bodegón (1972), pintado con acrílico sobre papel, es una obra acabada que va más allá del resto de bocetos que acompañan a las obras descritas.

Artículos relacionados

EN EL PAÍS

Rescatan a menores en Quiché

Una denuncia ciudadana permitió que dos menores de edad fueran rescatadas por...

MUNDO

Zelenski cree que hay fuertes posibilidades de un fin de la guerra en 2025

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, cree que hay fuertes posibilidades de...

MUNDO

Intensifican la batalla contra las cárceles para migrantes que Trump planea ampliar

 Ana Milena Varón Grupos civiles se preparan para intensificar la batalla contra...

MUNDO

Las caravanas migrantes se multiplican en la frontera sur de México

Juan Manuel Blanco Las caravanas de migrantes se multiplican en la frontera...