La falta de atención y cuidado familiar e incluso el abandono, es el contexto desalentador que viven muchos abuelitos, convirtiéndose en otra forma de violencia que afecta su estado emocional y la vulneración de sus derechos; tal es el caso de Manuel Santizo, de 76 años, quien tiene cinco años de
no ver a sus hijos.
“Me siento muy bien, hasta mejor
que en mi casa”. Manuel Santizo
“Me hacen falta, pero ya están grandes y casados, haciendo su propia vida”, se consuela, entre lágrimas, e indica que agradece el servicio que le brindan en el centro Mis Años Dorados, de la Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente (SOSEP), ya que ahí no le falta nada.
Asimismo, Laura de Jesús Pérez, de 85 años, describe que llegó al lugar por su propia voluntad. “Sentí que mis hijos iban por otro camino, que yo era un estorbo para ellos”, refiere con nostalgia. “Aquí somos atendidos con amor, que es lo que nos falta”, agrega la señora, quien se distrae con el bordado de cuadros típicos, lo que se ha convertido en su principal catarsis.
También, Carlos Montúfar, de 79 años, relata que por su edad ya no consiguió trabajo y en esa búsqueda conoció los centros de atención diurna de SOSEP. “Tengo 10 hijos, pero cada uno está en sus asuntos. Yo me quedé volando y sin trabajo tuve que aceptar que me tomarán en cuenta en el programa, donde ya tengo siete años de estar”, concluye.
“Nada es mío, pero lo tengo todo. Estamos aquí los que hemos sido premiados”.
Laura de Jesús Pérez
La iniciativa
Ligia Muñoz, supervisora del centro, detalló que trabajan sobre ejes de educación, salud, psicosocial, terapia ocupacional, cultura, físico y recreación, para ofrecer un servicio integral que contribuya a mejorar la calidad de vida de los beneficiarios, a quienes se les facilita un lugar seguro.