Guillermo Monsanto
El ámbito del arte suele fluir en paralelo a lo cotidiano. Sin embargo, el primero suele ser invisible al ojo del humano que transita preocupado por los asuntos relacionados con el diario vivir: la renta, gasolina, la canasta básica, los estudios de los niños, el médico, en fin, una serie de obstáculos que no le dan espacio para el ocio.
Por estas preocupaciones, o al menos esa es una de las excusas, el chapín promedio no lee, no va al teatro, no conoce los museos, no le interesan los conciertos, ni busca la cultura artística para mejorar sus inquietudes diarias.
La semana pasada, la artista visual Ada Colocho dio la voz de alarma. Los murales públicos de cemento in situ, realizados por Dagoberto Vásquez, estaban literalmente siendo tragados por paneles y techos en la expansión del mercado La Terminal. Acción que finalmente quedó detenida mientras los vecinos y personeros municipales encuentran una solución funcional para el rescate del relieve que irónicamente se llama Los ocios humanos.
Los murales son el arte y el muro al mismo tiempo.
La obra se localiza en la cornisa del edificio Carranza en 1962. Este, en forma de L, es una cenefa figurativa que da vista y una personalidad definida al que en otro momento fue el hotel Terminal. Existió una celosía en el mismo inmueble hasta 1976; esta tenía como misión dar privacidad, luz, belleza y frescura al conjunto. Sus patrones geométricos, espaciados con un ritmo particular, creaban una ilusión visual muy agradable.
Fundir in situ es el proceso técnico que solucionó la problemática que plateaban los murales en cemento del Centro Cívico. Este procedimiento fue planteado por Vásquez y Guillermo Grajeda Mena porque no existían los medios mecánicos para tallarlos sobre la pared. De este modo, valiéndose de una formaleta, se realizaron las fundiciones al mismo tiempo que las paredes. En otras palabras, los murales son el arte y el muro al mismo tiempo.
La acción sorprende un poco porque 2022 fue dedicado al centenario del nacimiento de Dagoberto Vásquez. Su obra se expuso en museos, salas nacionales de arte y otros espacios lo cual provocó varios artículos de opinión, mesas redondas y documentos varios. Su presencia en los medios de comunicación incluyó radio, televisión, prensa, videos y tribunas digitales.
Dagoberto Vásquez (1922-1999) fue un artista visual que propuso desde diferentes soportes. Él, como varios de sus contemporáneos, siempre decía que era escultor. Sin embargo, también llevó hasta las últimas consecuencias el dibujo, grabado, pintura, diseño gráfico y de muebles. Fue un hombre inquieto que también publicó sus investigaciones.
En la política tuvo una posición muy definida: era revolucionario hasta el tuétano. Entre su obra pública destacan los murales de la Municipalidad y el Banco de Guatemala; La industria y su proyección social, La industria en sus manifestaciones prácticas y económicas, Las fuentes de la vida, Cristo en Gloria, entre otros varios.