Milton González, actor, cantante, director, productor y dramaturgo, sintió ese estímulo al mundo teatral desde cuando actuaba en obras del colegio, en donde sus mentores se dieron cuenta de su talento y le recomendaron que se dedicara a esa rama artística.
Pero, por muchos factores se desviaba del camino de las tablas, entre los cuales estaba el desacuerdo de su familia porque no lo veía como prioridad. En el bachillerato se dio la oportunidad de actuar en la primera puesta en escena, y gracias a unas amigas que trabajaban con la coreógrafa y bailarina guatemalteca Leticia Narez, con quien audicionó, se quedó con el papel.
Con risas recuerda su primer personaje: una bolsa de basura, porque presentaron algo relacionado con el medioambiente; eso fue con la compañía de Narez, en donde trabajó dos años. Su carrera se detuvo para enfocarse en otras ocupaciones; además, vivió un período oscuro en el cual buscó ayuda y la encontró en una iglesia evangélica. Ahí se juntó con amigos y formaron un colectivo. Así regresó a las tablas.
“El arte y la cultura enriquecen al país. Apoyen el teatro, porque la gente nunca sale sin un mensaje, aunque sea comedia, la gente se va con algo.” Milton González
“Realmente, no he dejado el arte, pues desde los 14 años entré en la banda de rock pesado Última Sangre, soy el vocalista”, mencionó el también docente. Con el paso del tiempo, se dio cuenta de la importancia de profesionalizarse, ya que todo había sido empírico. El actor Giacomo Buonafina le dio algunas opciones de instituciones para estudiar y una de ellas fue en Thriambos Producciones, en donde vio un pénsum completo; por ello, decidió estudiar tres años el diplomado.
Recibió clases con los maestros Luis Román, Javier Pacheco, Alfredo Porras, María Teresa Martínez, María Mercedes Arrivillaga y más. Toda esa experiencia la dedica ahora en la docencia, dirección y dramaturgia, que tuvo con los maestros Jorgelina Cerritos, de El Salvador, y Juan Franco, de España. “Escribo obras de teatro.
La primera fue El príncipe encantado, tengo manuscritos de 12 y solo se han montado 5”, expresó. Reconoce que en esta tierra es difícil presentar piezas originales porque la gente asiste más cuando son conocidas. “Son pocos los dramaturgos en Guatemala; esa es la importancia de apoyar el teatro y de atreverse a ver algo diferente”, concluyó.