No todo en la vida es miel sobre hojuelas y eso puede comprobarse también en el contexto que envuelve a nuestro premio Nobel. En las siguientes líneas conocerá algunos textos dedicados a Asturias que no son favorables hacia sus escritos o forma de pensar y que han quedado plasmados para la posteridad.
Luis Cardoza y Aragón, con libro Miguel Ángel Asturias, casi novela
El texto Miguel Ángel Asturias, casi novela evidencia el enfrentamiento con los discursos de lo que Cardoza diagnostica como elementos conservadores tanto en la conducta de Miguel Ángel Asturias como en las concepciones aislacionistas del indígena. El discurso cardociano es una reacción a este tipo de elaboraciones discursivas.
La recepción de Miguel Ángel Asturias, casi novela se sitúa también en los bordes de la contradicción. Para algunos críticos, el trabajo final de Cardoza no es más que una arremetida envidiosa que procura degradar a Asturias señalándolo como traidor de las causas indígenas y aliado de los dictadores. Señala Mario Payeras que “no es este un libro afortunado y contrasta con otros de Luis Cardoza. Dos veces lo leí, esperando modificar mi primera impresión desfavorable, pero confirmo el juicio original. Es en mi opinión un libro dogmático como estética, lo hallo pletórico de las pretensiones de todo vanguardismo y lo siento ajeno sobre todo a la cultura democrática que Guatemala reclama con apremio”.
Publicado en la revista Comunicación Vol. 11, de 2001.
Rodríguez Monegal lo acusa de monótono
Literaria es la reflexión de Emir Rodríguez Monegal, quien, en oportunos tiempos del llamado boom, decidió que la obra asturiana se dividía en dos épocas. La que va de Leyendas de Guatemala a Week-end en Guatemala, y la restante. Con singular maniqueísmo, el crítico uruguayo señalaba que la grandeza de Asturias estaba en la primera etapa, mientras que la segunda caía por exceso de compromiso social, criollismo, indigenismo y, sobre todo, repetición (424-426). Rodríguez Monegal encontró pronta respuesta en Gerald Martín, pero no retrocedió en sus severos juicios.
Publicado en la Biblioteca virtual Miguel de Cervantes (www.cervantesvirtual.com).
Acusaciones políticas de persecución
Un ejemplo de mezquindad fue la del escritor y renegado comunista guatemalteco Carlos Manuel Pellecer (1920-2009), quien en 1964 “recordó” que cuando él era un perseguido político por el gobierno de Jorge Ubico “La prensa se mantuvo discreta, sin atacarme (…). Solo el radio-periódico Diario del Aire en donde a partir del director contaba entre el personal corrompidos aduladores, me dedicó violentos ataques.
El poeta Miguel Ángel Asturias era el director, José Manuel Fortuny uno de los locutores más ambiciosos. Hoy día se conducen en ‘moralistas’ y propagan otras ideas y, como entonces, siguen cobrando por su literatura zalamera, ahora a favor de las tiranías comunistas”.
Esto lo publicó Pellecer en Memoria en dos geografías. Nuevamente, en julio de 1971 vuelve a la carga contra Asturias al indicar en su artículo Las Moscas del Señor, que cuando la prensa dio a conocer que el poeta cubano Heberto Padilla (fiel defensor de Fidel Castro en el extranjero) había sido encarcelado por orden de este acusándolo de contrarrevolucionario, el dictador se vio obligado a dejarlo libre un mes después, aunque el poeta hubo de firmar una carta con su “confesión autocrítica”, la cual fue vista con suspicacia por muchos intelectuales en el extranjero.
Sin embargo, se consideró que el atropello fue “instigado” por Moscú como una “maniobra antifidelista” para “aislar a Fidel de sus amigos y admiradores europeos y americanos”, motivo por el cual los rusos ordenaron a varios intelectuales romper lazos con el barbudo, aunque según Pellecer, utilizando tácticas distractoras del verdadero fondo del asunto, señalando que “Miguel Ángel Asturias, Premio Nobel de Literatura, el 19 de junio lanzó contra el joven y famoso escritor colombiano Gabriel García Márquez, la acusación de haber plagiado groseramente La Búsqueda del Absoluto de Balzac, con su obra Cien años de Soledad. Y no para aplacar el revuelo causado por el asunto Padilla que no se aplaca (…) García Márquez, pese a la grita armada por intelectuales y artistas en torno al caso Padilla (dijo que) ‘Yo no sé si de veras Heberto Padilla le estaba haciendo daño a la revolución con su actitud, pero su autocrítica sí le está haciendo daño, y muy grave’. (…) Hay que silenciarlo. Inducir a los intelectuales y artistas a pensar en otra cosa, al menos por un tiempo.
Publicado en el libro Opiniones en 1967 sobre el otorgamiento del premio Nobel a Miguel Ángel Asturias Tomo I (junio 2017) de Ariel Batres.