“Es una bebida cuyo ingrediente principal es el limón. Su sabor se obtiene de la mezcla de especias secretas con las que reposa el jugo de dicho furto durante tres días, hasta conseguir la esencia”, indica Miguel Armas, de la Tienda San Antonio donde don Chepe Armas, un lugar que se ha vuelto tradicional para los que buscan el elixir.
En el portal Sicultura, sitio que funciona como agente cultural para difundir información, hay una reseña histórica que menciona que “igual que muchas comidas y bebidas tradicionales de Guatemala, la bebida tiene un origen que pasa por el mestizaje. En sus inicios probablemente fue una bebida que entre los pueblos originarios del país se preparaba con ingredientes proporcionados por la flora local. Con la llegada de los europeos, se introducen productos como el limón, la canela, el jengibre y el azúcar. Esto dio lugar al aparecimiento de una bebida que a la tradición prehispánica le incorpora (o sustituye en algunos casos) los nuevos productos. Llega a nuestros tiempos como una bebida tradicional de La Antigua Guatemala, cuya cultura gastronómica ladino-mestiza la hace suya, disfrutándose de manera especial en la época calurosa de Semana Santa”.
Este refresco ya se ha vuelto una bebida oficial de los cucuruchos, quienes para los cortejos procesionales la buscan para su consumo. También tuvo mucho auge para la pandemia del Covid-19, ya que, por sus ingredientes, especialmente el limón y el jengibre le atribuyen propiedades curativas.
Según Yolanda Estela Hernández Solórzano, para realizar el refresco se debe colocar el jugo en una olla de barro, taparlo y dejarlo fermentar durante dos meses. Al terminar este lapso, procede a asar en un comal jengibre con cáscara y anís, luego agregarlo a la olla donde está el limón fermentado, junto con raíz de cordoncillo y azúcar y mezclar bien, agregar dos litros de agua y servir con hielo.