Es una bebida añejada que se prepara con “yemas de huevo, vainilla, canela, almendra molida, leche, azúcar y licor. Es de color amarillo y consistencia espesa. Además su característico sabor, es buscado por los visitantes”, se lee en la página de la Municipalidad de Salcajá, Quetzaltenango.
Su historia se remonta a los religiosos europeos que la trajeron a América y acá se varió y perfeccionó.
La chef Thelma Oralia Cáceres indica que “el secreto para que esta bebida adquiera el sabor perfecto es desnatarlo, depositarlo en botellas de vidrio y dejar asolearlo, por lo menos, durante un día”. Su preparación es relativamente rápida, dos horas, y el licor con la que se fermenta es el ron.
En nuestro país se acostumbra beberlo frío, durante las fiestas de fin de año.
El infantable fresco de súchiles
Este es un refresco tradicional del gusto de los guatemaltecos, sobre todo, para el verano. Existen varias recetas; algunas con fruta y otras únicamente con maíz.
En ambas, el fermento es de suma importancia; por ejemplo, en Amatitlán se encuentra el que se hace a base de maíz, que necesita un mínimo de tres días de fermentación y, mientras más tiempo pase sin consumirse, el sabor se siente más avinagrado, ya que la fermentación sigue su curso.
Por otra parte, está el que lleva piña, tamarindo, jengibre, maíz y cebada, que se condimenta con otras especies. Este es el que se vende en la Famosa Casa de los Súchiles, ubicada en el Centro Histórico de la ciudad, en las cercanías de la iglesia de La Merced.
Esta receta toma entre cinco y ocho días de reposo para que todos los ingredientes puedan llegar al punto. Patricia Guzmán es la dueña de este local y recomienda tomarlo muy frío para mejorar su sabor.