Las cuatro historias de estos jóvenes que estudian en la Academia Central de la Policía Nacional Civil (PNC) tienen en común un fuerte anhelo de pertenecer a la entidad encargada de proteger la vida y los bienes de los guatemaltecos.
En unos casos fue un familiar quien inspiró y, en otros, el deseo de portar el uniforme surgió desde que eran niños o adolescentes, al ver a los agentes de la PNC realizar patrullajes en las calles y en las comunidades del país.
Los entrevistados están convencidos que alcanzarán su sueño y en eso trabajan actualmente, dedicándose de lleno a aprobar los cursos, que duran seis meses, y a adaptarse a la disciplina que se necesita para formar parte de la institución responsable de la seguridad pública.
Asisten a clases con su uniforme azul marino, su nombre grabado a la altura del pecho, sus botas bien lustradas y con una charretera de diversos colores, la cual identifica el módulo donde duermen durante su internado en la Academia de la PNC.
En fin, historias que reconocen y valoran la trascendencia de ser personas que están al servicio de sus semejantes, que sin ser superhéroes son motivo de inspiración.
Carlos Martínez / 19 años / Perito en Administración de Empresas
Un tío despertó en Carlos Martínez, quien aún era un adolescente, el deseo de formar parte de la Policía. Le contaba sobre su trabajo y al joven le fascinaba escuchar las historias.
“Aquí servís a tu nación y conocés bonitos lugares”, recuerda Martínez, ahora de 19 años, que entre otras cosas le decía su tío, quien todavía forma parte de la institución encargada de velar por la seguridad de los ciudadanos.
Al concluir sus estudios de Perito en Administración de Empresas se examinó y aprobó para ingresar a la Academia, de donde espera graduarse y así cumplir su sueño.
“Formarme como agente de la Policía es una ilusión que tengo desde hace tiempo. Cuando empecé a estudiar los básicos, a los 13 años, dije: ‘algún día seré policía’”, agrega. Su familiar se comunica con él y lo alienta a seguir adelante.
Martínez indica que al graduarse le gustaría trabajar en la División de Personal de Seguridad, la cual se encarga de proteger a diplomáticos y expresidentes; o en la División de Puertos, Aeropuertos y Puestos Fronterizos (Dipafront), que se encarga del resguardo de dichos lugares y de evitar el ingreso, entre otros ilícitos, de mercadería de contrabando.
Walter Laj / 27 años / Bachiller en Ciencias y Letras
El mayor anhelo de Wálter Laj, de 27 años y originario de Purulhá, Baja Verapaz, es integrar las fuerzas antinarcóticas y combatir ese delito, ya que el consumo de drogas sigue creciendo en el país.
“Es un problema que afecta mucho a la sociedad. El uso de narcóticos se está expandiendo a niños”, asegura el bachiller en Ciencias y Letras, quien desde ya se ha destacado por su liderazgo en la Academia de la PNC.
Laj es el encargado general de promoción, es decir, tiene la responsabilidad de transmitir y velar porque se cumplan las órdenes de los instructores y que las formaciones sean perfectas.
Antes de ingresar a la Academia formó parte del Ejército de Guatemala. Estuvo dos años en la Guardia de Honor, donde llegó a ser sargento primero. Luego estuvo cuatro años en la Guardia Presidencial, donde fue sargento segundo.
Sin embargo, su meta siempre ha sido ser policía. “A los 18 años, antes de ingresar a las Fuerzas Armadas, me examiné para ingresar a la PNC, pero por diferentes razones no logré pasar, no sé en qué fallé”, cuenta.
Antes de comenzar sus estudios pensó que para graduarse de policía bastaba con estudiar mucho, pero se ha dado cuenta, con satisfacción, que se requiere de mucha disciplina.
Drucila Cermeño / 24 años / Perito en Administración de Empresas
Durante tres ocasiones consecutivas, Drucila Cermeño, oriunda de Asunción Mita, Jutiapa, intentó sin éxito ingresar a la Academia de la PNC. Pero no desmayó y lo intentó una vez más, hasta lograrlo.
“Le he pedido a Dios pertenecer a esta institución”, dice la fémina que se graduó de Perito en Administración de Empresas y que dejó su trabajo en una oficina de trámites aduanales, en la frontera entre Guatemala y El Salvador, para seguir el llamado de su corazón.
“El día que me avisaron que había aprobado para ingresar a la Academia me quedé paralizada. Luego reaccioné con mucha alegría. Eran más de 32 mil expedientes, y se imagina lo que sentí cuando logré entrar. Fue muy emocionante y le agradecí a Dios”, dice Cermeño, mientras sus labios dibujan una sonrisa.
Su anterior trabajo “era muy interesante, pero fue más fuerte mi deseo de pertenecer a esta institución. El motivo de estar acá es porque me nace servir a mi país y a las personas”, agregó.
“Desde pequeña me atraía el uniforme de la Policía. Cuando miraba a alguien me decía: ‘quiero ser como ella o como él, algún día voy a portarlo”, porque siempre “admiro la dedicación con que trabajan para proteger y brindar seguridad a los ciudadanos y a sus propiedades”, concluyó.
Litzi Méndez / 21 años / Perito Contadora
El deseo de formar parte de la PNC empezó a rondar la cabeza de Litzi Méndez, originaria de Nuevo Progreso, San Marcos, durante pláticas que sostenía con policías de la Comisaría 16, quienes llegaban al café internet donde trabajaba para elaborar o imprimir informes.
“Me decían que era muy bonito el trabajo, porque se sirve al país y al ciudadano. Antes de eso nunca pensé estar acá, pero los planes de Dios siempre son perfectos, y creo que mi propósito es estar aquí, con el objetivo de ayudar a más personas”, afirma la entrevistada, quien llegó a la ciudad capital a los 16 años para trabajar y estudiar. Cuenta que se graduó de Perito Contadora por medio del plan de fin de semana.
Ahora que está estudiando para graduarse de policía ha descubierto y se ha fijado otra meta: formar parte de la División de Fuerzas Especiales (Difep), cuyo distintivo es la boina negra, refiere Méndez, quien confiesa haber sentido una “emoción increíble” cuando le informaron que había aprobado para ingresar a la Academia de la PNC.
“Son muy aguerridas, empoderadas y, a la vez, son madres que sirven al país. Son intachables y a mí me gustaría ser como ellas”, relata con emoción la entrevistada, quien tiene una hermana de 16 años que quiere seguir sus pasos, porque, al igual que ella, le inspira servir.