Cada 15 días, cinco mujeres visitan y recorren 20 comunidades de San Miguel Tucurú, Alta Verapaz, para entregar alimentos, revisar signos vitales, regalar medicamentos y ofrecer terapia ocupacional a 57 adultos mayores que viven en pobreza.
Ellas laboran en el Centro de Atención Diurna del Programa Mis Años Dorados de la Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente (Sosep).
La rutina la llevan a cabo porque desde que empezó la pandemia, como medida de prevención para evitar contagios, se suspendió la atención presencial a los beneficiarios del programa.
La jornada conlleva, en algunos casos, caminar hasta tres horas porque hay comunidades lejanas donde no entran vehículos. “Debemos caminar cargando las bolsas de alimentos durante media hora, hora y media y hasta tres horas”, cuenta Meldy Rivera, administradora de dicho centro y quien posee una licenciatura en Trabajo Social.
La jornada empieza a las 7:00 de la mañana y concluye a las 16:00 horas. Sin importar si llueve o hace calor, avanzan por veredas desoladas con orillas de maleza, puentes colgantes o caminos entre cerros. Así avanzan hasta llegar a las viviendas con paredes de caña, adobe o madera con techo de lámina y piso de tierra donde viven los beneficiarios del programa.
Trabajo en equipo
A Rivera la acompañan en las visitas la maestra de primaria Karla Mejía, quien es la encargada de la terapia ocupacional de los adultos mayores, y la auxiliar de enfermería, Dani Botzoc, quien lleva el control de los signos vitales. Ella, anteriormente, trabajó en una organización que hacía trabajo
comunitario.
“También nos encargamos de coordinar la entrega de medicamentos con el Centro de Salud de Tucurú, que les llevamos durante las visitas, porque hay quienes tienen enfermedades crónicas como diabetes o hipertensión”,
explica Rivera.
El equipo lo completa la cocinera, Dina Bol, y la auxiliar de cocina, Victoria Pop. Ellas ayudan a empacar y entregar las bolsas de alimentos y a preparar los kits de manualidades para los adultos mayores que viven en comunidades pobres donde el principal cultivo es el maíz.
Esfuerzos conjuntos
Las bolsas de alimentos que entregan las proporciona el Gobierno. Sin embargo, también gestionan con éxito apoyos de estos insumos en el mercado local y en centros comerciales.
Las cinco mujeres no están solas en su esfuerzo. Cuentan que la Policía Nacional Civil y los Bomberos Municipales las apoyan con transporte y la municipalidad dona el combustible que utilizan los vehículos de los socorristas. A ellos se suma, obviamente, la sede departamental de SOSEP.
Una sonrisa, la mejor recompensa
El equipo “es muy emprendedor. Todas aportan ideas y trabajo, sin importar si se es cocinera o administradora”, dice Rivera al describir las fortalezas, motivaciones y unión del equipo.
“No importa cuánto tengamos que caminar, porque me alegra y emociona ver sus sonrisas. Es una bendición que solo con nuestra presencia se sientan tan felices porque nadie los visita, están en el abandono y nosotros llenamos ese vacío”, cuenta Mejía quien luego de graduarse de maestra consiguió trabajo en el Centro. De eso hace ya cuatro años. Actualmente estudia un profesorado en nivel medio.
Aunque nadie sabe cuánto tiempo más durará la emergencia sanitaria que impide la atención presencial en la sede de Mis Años Dorados, ellas mantienen el compromiso de asistencia.
Mientras la vida vuelve a la normalidad, solo piensan en preparar la ayuda de la próxima visita a las 20 comunidades y esperan con emoción la fecha en que les toque nuevamente caminar y ver la sonrisa de los adultos mayores.