Cortesía: David Lepe
Puedes ver Beef, en Netflix.
REWIND ME
David Lepe
¿Estás despierto pero sueñas con que agarras a golpes a ese individuo que en el tráfico te sacó la mano abierta o te gritó “imbécil”? ¿O has imaginado tomar del cuello y aventar lejos a la persona que se te metió en la cola del supermercado, y que se ríe en tu cara por su supuesta gran hazaña? No soy experto, pero eso, respetado lector, puede ser provocado por la ira.
Los sentimientos de enojo, frustración, irritabilidad o furia son los que caracterizan la emoción humana, tan natural como básica, que es la ira. Al final, no es más que una respuesta emocional que puede surgir
cuando nos sentimos amenazados, frustrados o humillados.
¡Ojo! Puede manifestarse con insultos verbales y agresión física, hasta con comportamiento pasivo-agresivo, conducta destructiva o auto destructiva, aislamiento y expresiones faciales, entre otros.
Además de volverse problemática o recurrente, la ira también puede convertirse en una emoción necesaria o adictiva, así como dañina.
Y no solamente un ser despreciable como, por ejemplo, un asesino serial es apto para provocar daño con sus respuestas a la ira. También lo es cualquier persona como tú y como yo. “¿Cómo, yo?”, podrás preguntarte. Pues sí, ya que existe la “microviolencia”.
Este término se refiere a pequeños actos o comportamientos que pueden ser percibidos como violentos o agresivos, aunque parezcan insignificantes o sutiles. Y así, dañamos no solo a personas abusivas en la calle, sino que también a quienes nos rodean y amamos.
En diez episodios nos muestran una ira mal gestionada.
Comentarios despectivos, invalidar los sentimientos de alguien y ridiculizar a una persona debido a sus creencias o apariencia, son algunos ejemplos de microviolencia. Estos se pueden llegar a manifestar con amigos y parejas, o en la oficina, los colegios, los parqueos, las canchas de futbol e, inclusive, en la cola del cine para comprar poporopos. Varios videos virales en redes sociales nos lo han demostrado en los últimos años.
La televisión ya ha explorado el tema de la ira en distintos contextos y tramas en series como Breaking Bad, Dexter y Mr. Robot. Este año, Netflix ofrece una serie que nos demuestra lo aparentemente divertida y adictiva que se puede llegar a convertir esta emoción humana, pero que en realidad resulta destructiva.
Me refiero a Beef (Bronca, en español), en la cual en diez episodios nos muestran una ira mal gestionada y que desemboca en la pérdida de amigos, trabajo, pareja, la paz y hasta la vida misma.
En Beef, Danny Cho y Amy Lau (interpretados genialmente por Steven Yeun y Ali Wong), nos enseñan que, tanto en la ficción como la vida real, un simple desacuerdo en el parqueo de una tienda puede desencadenar hechos creativos y macabros, despertando fantasmas que teníamos ocultos y saciando la necesidad de lastimar sin remordimiento alguno.
Recomiendo altamente Beef. Y en mi caso, antes de lanzar el primer “madrazo”, intento recordar las palabras de Bob Dylan: “No sabes con qué demonios está batallando la persona que tienes a tu lado”.