David Lepe
lepedavid@Patricia Palacios
Foto: Cortesía Netflix
Colocándome la medalla de la sinceridad, confieso que no soy un fanático de primera línea del cantautor Fito Páez, pero tengo una fuerte conexión con varias de sus canciones.
Lo conocí a finales de los noventa en el canal musical de cable Ya (que, al ser argentino, no puedo dejar de leerlo sin escuchar en mi mente sha). Era un flaco melenudo gritando que no se puede vivir sin amor. ¿Yo, un patojo post-grunge, qué sabía del amor o de si se puede o no vivir sin ese sentimiento de vivo afecto?
También me topé con un colombiano que se las llevaba del último gran bohemio sudamericano en Guatemala. Y, lo peor, ¡las más bonitas se lo creían y se enamoraban de él! Perra envidia. Lo único rescatable fue su insistencia en repasar la discografía de Fito.
Meses después llegó a mi vida Al lado del camino, esa hermosa reflexión sobre lo agridulce que son nuestras vidas. Escuchar esa canción es como ver un filme independiente e introspectivo. Todo hizo sentido. Comprendí que me encontraba frente a un gran cantautor.
Un artista que puede hacer magia con sus discos, videos y conciertos.
Pero la revelación final llegó en 2002, en su sorpresivo segundo concierto en Guatemala. Fue una de esas noches mágicas en la Gran Sala Efraín Recinos. Salió vestido con un traje colorido y pasó una hora detrás del piano.
Sonaron varias de mis favoritas como 11 y 6, Dos en la ciudad y Te vi. Después dejó por un lado el piano e interpretó un tema a capella, sin micrófono, sentado a la orilla del escenario. Todos en el público guardamos un pulcro silencio, intentando no respirar para poder apreciar ese momento.
Minutos después se colocó una chumpa de cuero, tomó una guitarra y comenzó el rock. “En esta puta ciudad todo se incendia y se va / Matan a pobres corazones”, gritaba Fito. Su guitarrista, de quien seguramente los verdaderos seguidores de Páez recuerdan el nombre, bailó break dance al ritmo de la batería de Circo beat.
Eso es Fito Páez, un artista que puede hacer magia con sus discos, videos y conciertos. Y ahora, con la televisión.
En Netflix ya puedes ver El amor después del amor, serie basada en la vida del cantautor nacido en Rosario, y que recorre 30 años de su trayectoria personal y profesional. Esta historia promete pérdida, tragedia, éxitos, sueños, fracasos, excesos y, seguramente, amor.
También muestra su relación con las leyendas del rock sudamericano Charly García, Fabiana Cantilo y Luis Alberto Spinetta.
“Yo lo sé muy bien / que aprendí a querer / el perfume que lleva el dolor”, dice parte de la letra de la canción que le da el nombre a la serie. Y, pues, si resulta necesario el dolor para que pueda renacer el amor, no nos queda más que ser valientes, aguantar y dejar que ese amor se funda en las temperaturas más altas de nuestra existencia, para convertirse en la joya más preciada en nuestros corazones.
Y, así, permanecer al lado del camino y de quienes amamos, hasta que la muerte enamorada nos retire en sus brazos.