A veces, uno piensa que es imposible que exista una persona en el mundo que no haya visto filmes que se han convertido en leyendas, por su calidad y la fama obtenida con el tiempo en la cultura pop, como The Godfather, Blade Runner, Pulp Fiction, Cidade de Deus o The Dark Knight, entre otras. Pero la realidad es que estos individuos ¡existen!
Hace años solía pensar que estas personas, que por alguna razón se habían privado de ver las mejores historias plasmadas en celuloide, eran sencillamente unas pobres almas sin piedad. Pero con el paso de los años he cambiado de parecer. Ahora pienso que estos seres han sido agraciados por la divinidad cinéfila, ya que tienen la dicha de ver estas películas y emocionarse, porque será la primera vez que sus sentidos se engancharán con el filme.
Ya no son unas pobres almas sin piedad. Ahora hasta siento envidia. Sí, los envidio que verán por primera ocasión algunos de mis títulos favoritos como The Shawshank Redemption, Children of Men, Cinema Paradiso o la saga de Star Wars (menos la última trilogía).
“Aún soy dichoso de que me expondré a estos históricos filmes con ojos vírgenes”.
Sus ojos se centrarán en Lost in Translation, mientras Bill le susurra a Scarlett uno de los mejores secretos en el mundo cinéfilo. O escucharán a Kate, en Eternal Sunshine of the Spotless Mind, preguntar: “Llegamos al final, pronto todo terminará. ¿Qué hacemos?”, y a Jim responderle: “Disfrutarlo”, mientras los recuerdos de su amor se borran para siempre.
También se arrancarán el pelo al decidir si el tótem de Leo se detiene o no en Inception, así como adivinar lo que está dentro de la caja de cartón que Brad y Morgan encuentran en Seven.
Los hombres se enamorarán perdidamente de Monica en Malena, Audrey, en Amélie; y Marion, en De rouille et d’os. Y, por su parte, las mujeres lo harán con Henry en Man of Steel, Hugh, en la saga de X-Men; y Robert, en la saga Twilight (sí es atractivo y sexy el vampirito, ¿verdad?).
Verán El viaje de Chihiro, Mulholland Drive y The Lobster, y podrán decirle a la pantalla, con toda la franqueza del mundo: “¿Qué carajo está pasando?”.
Les iluminará la existencia el monólogo de Woody al inicio de Annie Hall, se doblarán de la risa con Jack, en High Fidelity y School of Rock; y se les pondrá la “piel chinita” cuando Kate, Patrick y el equipo de Stillwater canten a coro Tiny dancer, en Almost Famous.
En mi caso, no estoy exonerado de esta dicha. Tengo a Vertigo, Nosferatu, La Dolce Vita, Seven Samurai y Beau Travail en mi lista de espera que, por cierto, cada vez es más extensa. Aún soy dichoso de que me expondré a estos históricos filmes con ojos vírgenes.
Y creo que es un buen momento para recordar el famoso refrán del amor y que también se puede aplicar a los cinéfilos: “Ojos que no ven, corazón que no siente”.