David Lepe
Por los que, después de ver la serie documental Rompan Todo, se secaron una lágrima y gritaron: “¡No tomaron en cuenta a Héroes del Silencio!”.
Por los malditos duendes que nos invitan a soñar y las sirenas que se han quedado varadas en nuestras vidas. Por quienes nos maravillamos la primera vez que vimos el video sin censura de Entre dos tierras.
Por los afortunados que estuvieron en ese histórico concierto de 1996 en la Plaza de Toros, y por los que nos lo perdimos por gastarnos los Q100 de la entrada en el nuevo disco de Pearl Jam de ese año.
Por los chavorrucos que fuimos al concierto de 2007 y que, a los primeros 10 saltos de cada canción, terminamos exhaustos.
Por las bandas de los bares de zona 1 que, durante la madrugada, interpretan por tercera vez en la velada Héroe de Leyenda.
Por los que cantamos a todo pulmón “ya somos más viejos y sinceros/y qué más da/si miramos la laguna como llaman a la eternidad”, sin saber muy bien lo que significa, pero suena maravilloso.
Por los que ya no pueden dar el corazón, porque perdieron la apuesta por el rocanrol.
“Por aquella playera negra con el logo de la “H” y la “S” en el pecho, que perdí cuando la guardé en la mochila equivocada.”
Por quienes dicen que Enrique Bunbury les viene flojo, pero en realidad lo aman. Por los que dijimos “envidiosos basura”, cuando se publicó la noticia de que Bunbury plagia letras de canciones, pero en el fondo sabemos que a veces no es tan malo tomar prestado.
Por The Cure, David Bowie y Jim Morrison. ¿Jim? ¿Por qué no? Por todos los casetes y cds pirata que compré de Senderos de traición y El espíritu del vino, y me salieron defectuosos.
Por aquella playera negra con el logo de la “H” y la “S” en el pecho, que perdí cuando la guardé en la mochila equivocada. Por todas esas cervezas que tomé mientras escuchaba La herida.
Por la hermosa carátula interior frontal del álbum en vivo Parasiempre. Por aquel grupo de aventados a quienes les quité el habla después de que me afirmaron, con voz chillona: “La mejor banda de rock en español es Maná”.
Por quienes creemos que al final, después de todo, no somos tan distintos. Por la flor de loto, la Iberia sumergida, el mar adentro, el hechizo y la decadencia. Por el playlist que escucho mientras escribo esta columna.
Por Enrique, Joaquín, Pedro, Juan y el Azteca de Oro.
Por todos ellos, ustedes y nosotros, ya está en Netflix el documental Héroes: Silencio y rock & roll, acerca de la historia de la banda española Héroes del Silencio. A disfrutarlo. ¡Salud! Y que les vaya… bonito.