César Martín-Gómez
Catedrático en instalaciones y
sistemas energéticos en arquitectura y urbanismo
A medida que los aparcamientos se llenan de más y más vehículos eléctricos, estas estructuras se convierten, esencialmente, en sistemas de almacenamiento de baterías a gran escala, lo que aumenta enormemente el riesgo de incendio.
La instalación de estaciones de carga puede aumentar aún más la probabilidad de un incendio. Aunque el uso de vehículos eléctricos está extendido en toda Europa, las normativas de seguridad contra incendios para edificios nuevos y existentes varían considerablemente de un país a otro. Esto se debe a las variaciones en las estructuras gubernamentales, los sistemas legales y los diferentes papeles de los sectores público y privado dentro de cada nación.
A pesar de estas discrepancias, la preocupación más acuciante es la llamativa falta de normativas específicas de seguridad contra incendios para vehículos alternativos, incluidos los vehículos eléctricos, en algunos países europeos. En 2020, los códigos de construcción de varios países – España, Países Bajos, y Noruega – carecían de normativas específicas de diseño de seguridad contra incendios para vehículos eléctricos en aparcamientos.
Esta ausencia de normativa específica plantea importantes cuestiones para el diseño de los aparcamientos cerrados.
Esta ausencia de normativa específica plantea importantes cuestiones para el diseño de los aparcamientos cerrados, tanto nuevos como ya existentes. Los incidentes de Madrid y Barcelona son un claro recordatorio de que cada vez se hace más urgente conocer a fondo los riesgos de incendio asociados a los vehículos eléctricos. Actualmente se está llevando a cabo un esfuerzo de colaboración para lograr este objetivo.
En él participan investigadores de la Universidad de Navarra (España) y de la Universiti Putra Malaysia, y se basa en proyectos de investigación anteriores centrados en los incendios de vehículos en aparcamientos. Sin embargo, el alcance de este tema es muy amplio, por lo que habrá que incluir a muchos investigadores especializados en los próximos meses y años.
El futuro del transporte sostenible depende de nuestra capacidad para comprender y mitigar estos riesgos. No solo necesitamos marcos normativos específicos, sino también una estrategia cohesionada a escala europea que garantice un nivel de seguridad uniformemente elevado. Solo avanzando en este campo crítico podremos garantizar que la transición a la movilidad eléctrica sea segura y beneficiosa para toda la sociedad.