RICARDO FERNÁNDEZ GRACIA
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
La historia del belén en España se va perfilando poco a poco. Junto a las monografías sobre los belenes reales dieciochescos y el de Francisco Salzillo, contamos con otros trabajos para afrontar y contextualizar su estudio, entre los que podemos destacar los de Leticia Arbeteta, Cristóbal Belda, Antonio Basanta, Rafael García Serrano, Ángel Peña o Isabel Gómez de Rueda.
Muchos de sus textos plantean y desarrollan el tema y proponen una metodología seria y rigurosa para su investigación. Los orígenes del belén hay que relacionarlos, más que con las lacónicas noticias del relato evangélico, con los apócrifos y, sobre todo, con el teatro de Navidad que tuvo un amplio desarrollo desde tiempos de la Edad Media, pese a las prohibiciones de Inocencio III. Un hito singular en la historia del belén fue la escenificación que ideó San Francisco de Asís en la Nochebuena de 1223, con permiso papal, en Greccio.
Los franciscanos, en sus ramas masculina y femenina –clarisas-, se convirtieron en apóstoles de tan singular costumbre, combinando en los montajes aspectos naturalistas y simbólicos. Un belén no es solamente iconografía navideña. No se trata, por tanto, de pinturas, esculturas o grabados del ciclo de la infancia de Cristo. Es una representación tridimensional y escenográfica del nacimiento de Cristo, realizada con figuras móviles, en un escenario fijo que se arma para el tiempo de Navidad.
Las fuentes para su estudio en España son escasas, ya que resulta muy difícil saber cómo se realizaban los montajes con anterioridad a fines del siglo XIX.
Se trata, por lo general, de construcciones efímeras y estacionales, de un pequeño universo reducido y estático que alberga personas, animales y casas. Las fuentes para su estudio en España son escasas, ya que resulta muy difícil saber cómo se realizaban los montajes con anterioridad a fines del siglo XIX. Además, las referencias documentales no abundan.
Los inventarios notariales de las casas de nuestros antepasados, tan detallistas en tantos aspectos, apenas recogen la existencia de las figuras del belén. En la mayor parte de las regiones peninsulares, es en las clausuras de monjas, en donde encontramos los ejemplos más significativos, tanto en los de tamaño monumental, como en las reducciones de aquellos, dentro de los denominados escaparates, que son unas urnas o vitrinas con el frente de vidrio, en cuyo interior aparecen figurillas de barro o cera ricamente policromadas o vestidas.
Los siglos del barroco. Los siglos del barroco supusieron un impulso definitivo para el desarrollo de los belenes, y no por casualidad, ya que en aquellos momentos se valoró, más que nunca, el espacio, las escenografías y los elementos populares, a la vez que se produjo una coincidencia con unos determinados valores de piedad y religiosidad, tendentes a cautivar a los fieles a través de los sentidos, con el convencimiento de que Jesús despierta, durante la Navidad, en el corazón de las almas devotas.
En aquel contexto, no nos puede extrañar que fuese, en el Nápoles dieciochesco, en donde el género belenístico adquirió una relevancia especial, aunque no es sostenible que de aquellas tierras llegase tal costumbre a España ya que, en la península hay suficientes testimonios anteriores a la eclosión napolitana.
Al siglo XVII pertenecen, en España, numerosos ejemplos en templos y monasterios y aún en casas particulares, destacando las obras de Luisa Roldán, La Roldana, escultora del rey y las figuritas de cera del mercedario fray Eugenio Gutiérrez de Torices, calificadas por los pintores italianos Mitelli y Colonna como “miracolo della natura”.
Al respecto, no podemos dejar de recordar que el propio Lope de Vega instalaba un belén en su casa, copiándolo del retablo de una iglesia, con figuras de quita y pon, en el tiempo de Navidad. Sin embargo, fue en el siglo XVIII cuando se produjeron excelentes ejemplos en Alemania y todo el ámbito mediterráneo e incluso iberoamericano. Maestros como el andaluz Pedro Duque Cornejo talló figuras expresivas y de cuidadas policromías.
Continuará…