Álvaro Bañón Irujo
Profesor de Dirección Financiera e Inversiones
La desventaja del tipo fijo ya la adelantábamos al principio: durante varios años (dependiendo del tipo fijo acordado con el banco) se estará pagando más que si el tipo fuese variable. La mentalidad que hay que tener al respecto es la misma que cuando se contrata un seguro: durante muchos años pagaremos el seguro del coche sin haberlo utilizado. En el caso de la hipoteca, con esta modalidad tenemos la certeza de que en el futuro no se va a pagar más.
El tipo variable tiene la ventaja (especialmente en el corto plazo) de que la cuota es menor que con el tipo fijo, dadas las ofertas de las entidades financieras. Y lo del corto o largo plazo no es ninguna tontería. Una subida del Euríbor hace más daño a un préstamo en los primeros años de vida de este, cuando queda todavía mucho por amortizar.
La desventaja del variable también es evidente. De un año a otro puede haber una subida importante en las cuotas. A una hipoteca que le queden 200 mil euros y 20 años, una subida del Euríbor de 4 puntos, como la que ha habido en España estos últimos meses, supone pagar 400 euros más al mes y eso puede suponer un problema para muchas economías domésticas.
La desventaja del variable también es evidente. De un año a otro puede haber una subida importante en las cuotas.
Análisis de las finanzas familiares: como decíamos al principio, habría que analizar la situación financiera de cada uno para ver qué modalidad le conviene más, porque en 25 años de préstamo hipotecario los tipos van a pasar por cuatro o cinco ciclos de subidas y bajadas.
Pero ¿qué conviene hacer justo ahora, en julio de 2023? ¿Un contrato fijo o uno variable? ¿Cambio mi préstamo, o ya es tarde? Debemos tener en cuenta que la contratación de un préstamo hipotecario es probablemente la operación financiera más importante de las familias. Por eso, no hay que dejarse deslumbrar por las “ofertas del primer año” cuando generalmente se trata de operaciones a 20 o 25 años. Se debe de comparar y hacer números, muchos números.
Quizás lo más importante sea hacer un cálculo de pérdidas y ganancias a partir de dos preguntas. La primera: con mis ingresos, ¿a partir de qué punto la cuota hipotecaria me supone un problema? Y la segunda, ¿puedo vivir con la cuota que me sale con el préstamo a tipo fijo? Esas son las cuestiones a las que hay que contestar con honestidad. Es más, si a un préstamo le quedan más de 15 años de vigencia no es aún tarde para hacerse estas preguntas.
¿Qué va a pasar con los tipos? En el largo plazo, la respuesta es muy fácil: en 20 años, los tipos van a fluctuar. También podemos afirmar que lo que se ha vivido en Europa y EE. UU. de 2016 a 2022, con tipos de interés negativos, es algo absolutamente inusual y que será muy complicado volver a ver algo así. Además, tampoco es “sano” para las economías que los tipos de interés sean negativos.