Álvaro Bañón Irujo
Profesor de Dirección Financiera e Inversiones
La vertiginosa subida del Euríbor (el índice de referencia de prácticamente todas las hipotecas con tipo variable) en el último año ha despertado las dudas de cualquiera que actualmente tenga o vaya a necesitar un préstamo hipotecario.
¿Qué hago? ¿Cambio mi préstamo variable a un tipo fijo? ¿Pido el préstamo hipotecario que voy a necesitar a tipo fijo o variable? Para poder responder con algo de solvencia es necesario conocer cada caso, su realidad financiera y las ofertas que tiene cada uno por parte de sus entidades financieras.
Pero hay algunos criterios generales que podemos tener en cuenta. Empezando por entender las diferencias entre tipo fijo y tipo variable, así como sus ventajas. Un préstamo de tipo fijo tiene una ventaja fundamental que los economistas valoramos mucho porque es escasa: la certeza. En un mundo lleno de incertidumbres, saber ahora cuánto se va a pagar de préstamo durante los siguientes 25 años es una gran ventaja. Una ventaja que vale dinero.
Un préstamo de tipo fijo tiene una ventaja fundamental que los economistas valoramos mucho.
Cuando una empresa, o una familia, calcula su estructura de costes, tener una partida (generalmente la mayor) fijada supone un alivio. Habrá que ver si esa cuota permite vivir con holgura y atendiendo a imprevistos.
Pero la hipoteca ya no será un “susto”. Y eso, claro, tiene un precio. De hecho, durante un tiempo se pagará más con esta modalidad que con el tipo variable. Otra ventaja del tipo fijo es que la inflación ayuda especialmente al endeudado. ¿Cómo es posible? ¿La inflación no era mala para todo? Para el que está endeudado, no. Y, para el que está endeudado a tipo fijo, se podría decir que es casi “una bendición”.
¿Por qué? En esencia porque con la inflación es previsible que los ingresos suban, mientras que la cuota se mantendrá fija.Así, si la cuota era, por ejemplo, un 30 por ciento de los ingresos, conforme vayan subiendo los ingresos por la inflación puede acabar suponiendo solo un 15 por ciento de estos.
¿Pasa esto con la cuota variable? A largo plazo, sí. Pero el deudor puede llevarse muchos sustos por el camino, porque ya se sabe cómo se combate la inflación: con subidas de tipos de interés.
Continuará…