lunes , 25 noviembre 2024
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Raíces y puentes. El papa en Hungría (IV)

Ramiro Pellitero
Profesor de la Facultad de Teología

En cambio, “la fe verdadera es aquella que incomoda, que arriesga, que hace salir al encuentro de los pobres y capacita para hablar con la vida el lenguaje de la caridad”. Necesitamos, añadió Francisco, saber hablar “con fluidez el lenguaje de la caridad, idioma universal que todos escuchan y comprenden, incluso los más alejados, y a los que no creen”.

Y todavía advirtió que, mirando y tocando a los necesitados, no basta dar pan, sino que hay que alimentar el corazón de las personas con el anuncio y el amor de Jesús, que ayuda a recuperar belleza y dignidad. El mismo día se reunió con los jóvenes, y les habló con claridad y entusiasmo. Les habló de Cristo, vivo y cercano, hermano y amigo, que gusta de hacer preguntas y no de dar respuestas prefabricadas.

Les dijo que para ser grande hay que hacerse pequeño sirviendo a los demás. Un consejo valiente: “No tengan miedo de ir contracorriente, de encontrar cada día un tiempo de silencio para hacer un alto y rezar”, para llevar todo lo que nos pasa a la oración con Jesús. Aunque hoy el ambiente nos empuje a ser eficientes como máquinas, observó, no somos máquinas.

Les dijo que para hacerse grande hay que hacerse pequeño sirviendo a los demás.

Al mismo tiempo, es verdad que con frecuencia nos quedamos como sin gasolina, y por eso necesitamos recogernos en silencio. Pero “no para quedarse pegado al celular y a las redes sociales”; porque “la vida es real, no virtual; no sucede en una pantalla, ¡la vida sucede en el mundo! Por favor, no virtualizar la vida”. Además de las raíces, son necesarios los puentes, como señalaba el papa desde su primer discurso.

Mantuvo ese telón de fondo en la homilía del domingo, 30 de abril, en Budapest, donde estaban presentes cristianos de distintas confesiones y ritos y países, que trabajan bien haciendo entre ellos puentes de armonía y de unidad. Francisco presentó la figura de Jesús, buen pastor, que ha venido para que las ovejas tengan vida en abundancia.

Primero las llama, después las hace salir. Como a nosotros, también hoy: “En cada situación de la vida, en aquello que llevamos en el corazón, en nuestros extravíos, en nuestros miedos, en el sentido de derrota que a veces nos asalta, en la prisión de la tristeza que amenaza con encerrarnos, Él nos llama”.

“Viene como buen Pastor y nos llama por nuestro nombre, para decirnos lo valiosos que somos a sus ojos, para curar nuestras heridas y cargar sobre sí nuestras debilidades, para reunirnos en su grey y hacernos familia con el Padre y entre nosotros”. Insiste el papa en el mensaje central de su viaje pastoral: apoyarnos en las raíces para tender puentes, sin encerrarnos.

Jesús nos invita “a cultivar relaciones de fraternidad y colaboración, sin dividirnos entre nosotros, sin considerar nuestra comunidad como un ambiente reservado, sin dejarnos arrastrar por la preocupación de defender cada uno el propio espacio, sino abriéndonos al amor mutuo”. Continuará… 

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